Durante tres años, millones de usuarios hemos disfrutado de ChatGPT como si fuera un milagro digital: rápido, útil, omnipresente y, sobre todo, gratuito. Pero la historia de la tecnología siempre llega a un punto de quiebre, y ese punto hoy tiene nombre propio: publicidad en ChatGPT. El hallazgo de código oculto en la app de Android ha encendido las alarmas y reabierto una conversación inevitable. ¿Quién pagará por el futuro de la inteligencia artificial?
La narrativa empieza con un descubrimiento: fragmentos de código que hablan de anuncios de búsqueda, carruseles publicitarios y contenido promocionado. Una señal clara de que OpenAI ya está preparando el terreno para un cambio profundo en la experiencia de sus usuarios.
El origen del cambio: la IA es poderosa, pero también carísima
OpenAI siempre supo que sostener un modelo gratuito como ChatGPT sería inviable a largo plazo. A diferencia de Google y Meta —que pueden financiar sus chatbots con gigantescos negocios publicitarios— la empresa de Sam Altman no tiene una fuente de ingresos equivalente.
La operación de un modelo que atiende 2,500 millones de consultas diarias y mantiene 800 millones de usuarios semanales es, en pocas palabras, un monstruo financiero. Servidores, entrenamientos, actualizaciones, mantenimiento. Todo cuesta miles de millones.
Y aquí aparece el dilema: o recortas funciones, o cobras más, o introduces publicidad.
H2: Publicidad en ChatGPT, la pieza que OpenAI se resistía a usar
La palabra clave objetivo entra aquí de manera frontal: publicidad en ChatGPT.
Sam Altman pasó de describir los anuncios como “último recurso” en 2024, a elogiar abiertamente el modelo de Instagram meses después. Ese cambio no surgió de la nada: documentos filtrados anticipaban que OpenAI planeaba generar mil millones de dólares en 2026 solo con monetización de usuarios gratuitos.
Y la evidencia está ahí:
- código en Android con referencias a anuncios
- pruebas aisladas en cuentas Pro (como un anuncio de Peloton mostrado por error o experimento)
- contrataciones masivas de personal experto en ads, atribución y campañas
- un discurso más cercano a “los anuncios pueden beneficiar al usuario”
Todo apunta en la misma dirección.
La sorpresa: el lanzamiento de Gemini 3 cambió las prioridades
Pero justo cuando OpenAI preparaba su gran salto hacia los anuncios, Google lanzó Gemini 3, obligando a Altman y a todo su equipo a declarar internamente un “código rojo”.
Su prioridad ya no es monetizar. Su prioridad es sobrevivir en la guerra de modelos.
Reuters confirmó que OpenAI está posponiendo la implementación de anuncios para concentrarse en su respuesta a la nueva generación de IA de Google. Esto no detiene lo inevitable, solo retrasa el momento.
En medio del caos, una verdad resalta: OpenAI sabe más de ti que cualquier cookie o píxel de rastreo. Sabe qué piensas, qué temes, qué deseas. Esa capacidad de segmentación convierte la futura publicidad en ChatGPT en un tesoro comercial sin precedentes.
Lo que está en juego para OpenAI: dinero, usuarios y credibilidad
Las cifras son abrumadoras:
- 800 millones de usuarios semanales
- 2,500 millones de consultas diarias
- crecimiento mayor al de cualquier plataforma social
- éxito tecnológico sin modelo de negocio sostenible
OpenAI enfrenta tres escenarios:
1. El plan gratuito seguirá existiendo, pero con anuncios
La experiencia será distinta, quizá más parecida a lo que hoy ocurre con apps gratuitas.
2. Los planes de pago podrían subir de precio
Si los anuncios no rinden lo suficiente, el costo recaerá en los suscriptores.
3. Será el primer gran laboratorio de publicidad hiperpersonalizada por IA
El sueño de todo anunciante, la pesadilla de quienes valoran la privacidad.
La historia apenas comienza
El descubrimiento del código en Android no es un rumor más: es el primer capítulo de un cambio inevitable que marcará a la industria de la IA. Y mientras OpenAI corre para competir con Gemini 3, la pregunta deja de ser “si” habrá anuncios y se convierte en “cuándo”.


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