Un reciente estudio internacional ha revelado cómo el entorno natural influye directamente en las estrategias defensivas de los animales, desde el camuflaje hasta los colores de advertencia. La investigación, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, analizó más de 1,200 especies y encontró que el tipo de hábitat, la luz y los depredadores predominantes determinan si una especie se esconde entre los colores de su entorno o prefiere destacar con tonalidades llamativas.
El entorno como factor decisivo para la supervivencia
Los científicos analizaron aves, reptiles, insectos, peces y anfibios de distintos ecosistemas, desde selvas tropicales hasta tundras árticas, y descubrieron un patrón claro: la estrategia de defensa depende del entorno visual y ecológico.
En hábitats donde la vegetación es densa y los depredadores se basan en la vista para cazar, el camuflaje resulta la defensa más efectiva. Los animales tienden a desarrollar colores terrosos, verdes o grises que se funden con el paisaje.
En contraste, en entornos abiertos o luminosos, como sabanas y arrecifes, los colores de advertencia (rojos, amarillos, naranjas o azules) se imponen como mecanismo de supervivencia. Estas tonalidades comunican a los depredadores que el animal puede ser tóxico, peligroso o de mal sabor, reduciendo el riesgo de ataque.
Camuflaje: la invisibilidad como arte evolutivo
El camuflaje, conocido también como cripsis, es una de las tácticas más antiguas y extendidas del reino animal. Especies como el búho nival, el leopardo de las nieves o el gecko de cola plana dependen de esta habilidad para pasar desapercibidas en su entorno.
El estudio señala que el camuflaje no solo implica coloración, sino también formas y patrones corporales. Por ejemplo, ciertos insectos han evolucionado para parecer hojas, ramas o incluso excrementos de aves, engañando visualmente a sus depredadores.
Según la doctora Elaine McKinnon, coautora del estudio, “el éxito del camuflaje depende de cuán variable sea el entorno. En ecosistemas estables, las especies pueden perfeccionar su mimetismo, pero en lugares donde el paisaje cambia constantemente, esta estrategia pierde efectividad”.
Colores de advertencia: cuando ser visible es la mejor defensa
En oposición al camuflaje, algunas especies evolucionaron hacia lo que los científicos denominan aposematismo, es decir, el uso de colores brillantes como señal de advertencia. Este fenómeno es común en ranas venenosas, mariposas tropicales y peces coralinos, que exhiben tonalidades intensas para alertar a sus enemigos.
El estudio encontró que en ambientes donde la luz solar es abundante y los colores pueden percibirse con claridad, el aposematismo se convierte en una estrategia más efectiva que el camuflaje. La clave está en la memoria de los depredadores: tras una experiencia negativa —como ingerir una presa venenosa—, muchos animales aprenden a evitar las combinaciones de colores asociadas al peligro.
Los investigadores también destacan que algunas especies imitan los colores de otras tóxicas para obtener el mismo beneficio sin ser realmente peligrosas, un fenómeno conocido como mimetismo batesiano.
Adaptaciones mixtas: cuando los animales combinan estrategias
Una de las conclusiones más interesantes del estudio es que muchas especies combinan ambas tácticas según la situación. Algunos animales poseen colores brillantes que solo se muestran cuando se sienten amenazados, mientras que permanecen camuflados el resto del tiempo.
Ejemplo de ello es el pulpo mimo, capaz de cambiar su color y textura para imitar a otros animales peligrosos, o las serpientes coral falsas, que alternan camuflaje y colores de advertencia dependiendo del entorno.
Esta versatilidad demuestra que la evolución no sigue una sola línea, sino que adapta las estrategias a las condiciones específicas de cada ecosistema.
Implicaciones para la conservación y el cambio climático
El hallazgo tiene implicaciones relevantes para la conservación de la biodiversidad. Los autores advierten que el cambio climático y la alteración de hábitats podrían afectar directamente la efectividad del camuflaje y del aposematismo.
Por ejemplo, la reducción del hielo ártico está dejando más expuestos a animales como el oso polar y la liebre ártica, cuyo pelaje blanco depende del paisaje nevado. En regiones tropicales, la deforestación y la contaminación del agua modifican la luz y los colores del entorno, alterando la forma en que las especies perciben y utilizan su camuflaje natural.
Los expertos subrayan que comprender estos mecanismos ayudará a predecir cómo los animales se adaptarán o sufrirán ante los cambios ambientales globales.
El estudio global sobre colores y camuflaje en los animales demuestra que la naturaleza es una obra de equilibrio entre visibilidad y discreción. Cada especie, según su entorno, ha desarrollado estrategias únicas que definen su supervivencia.
En un mundo donde los ecosistemas cambian a gran velocidad, entender cómo el entorno condiciona las defensas naturales no solo ofrece una mirada fascinante a la evolución, sino que también plantea un desafío urgente: preservar los hábitats que hacen posible esa diversidad de colores, formas y adaptaciones que mantienen la vida en equilibrio.


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