Un equipo de científicos de Australia, Canadá y Estados Unidos siguió durante 14 años a casi 300 personas con Alzhéimer preclínico, es decir, sin síntomas visibles pero con acumulación de proteínas Beta-amiloide y Tau en el cerebro. El objetivo era determinar si el ejercicio influía en el desarrollo de la enfermedad, y los resultados fueron claros: la actividad física regular puede ralentizar su progresión.
Las personas que caminan menos de 3 mil pasos al día muestran un deterioro cognitivo más rápido, mientras que quienes alcanzan entre 3 mil y 5 mil pasos retrasan el desgaste cerebral hasta tres años. Aquellos que superan los 5 mil pasos diarios logran posponer los síntomas en promedio siete años.
“Cada paso cuenta”, afirman los investigadores
“Cada paso cuenta, incluso un pequeño aumento en la actividad mejora la salud cerebral”, explicó Wai-Ying Wendy Yau, neuróloga del Mass General Brigham, uno de los centros médicos afiliados a Harvard. Su colega Jasmeer Chhatwal añadió que el hallazgo demuestra cómo los cambios en el estilo de vida pueden servir como estrategia terapéutica para personas con riesgo de desarrollar la enfermedad.
El estudio, basado en evaluaciones anuales y tomografías por emisión de positrones (PET), comprobó que una mayor cantidad de pasos diarios se relaciona con una menor acumulación de proteína Tau y un ritmo más lento de deterioro cognitivo. Los investigadores planean seguir explorando qué tipos de ejercicio pueden tener un impacto mayor y cómo integrarlos en tratamientos preventivos.


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