Impacto emocional y cognitivo de la IA en estudiantes
La inteligencia artificial y su uno en las aulas dejó de ser una hipótesis tecnológica para convertirse en un fenómeno educativo irreversible. Durante un foro internacional, especialistas coincidieron en que antes de celebrar sus beneficios, es indispensable evaluar cómo afecta la salud mental, la privacidad, el aprendizaje emocional y la protección de datos personales de millones de estudiantes. La preocupación es clara: las escuelas se han convertido en espacios donde la tecnología avanza más rápido que la reflexión pedagógica.
Andrés Morales, representante de la Unesco en México, advirtió que la IA puede amplificar sesgos, aumentar desigualdades y debilitar habilidades humanas esenciales como la creatividad, el pensamiento crítico y la conexión interpersonal. Para él, los estudiantes de hoy no solo son nativos digitales: son nativos algorítmicos que enfrentarán sistemas que predicen, clasifican y condicionan su aprendizaje cotidiano.
Riesgos educativos y sociales del uso de algoritmos
Uno de los temores más mencionados en el foro fue la posibilidad de que la IA genere brechas más profundas entre quienes tienen acceso a herramientas digitales y quienes carecen de dispositivos, conectividad o acompañamiento formativo adecuado. Además, la dependencia tecnológica podría generar efectos psicológicos como ansiedad, desconexión emocional y pérdida de autonomía cognitiva.
El riesgo no es menor: sin regulación, los algoritmos pueden reforzar estereotipos, discriminar sin intención y afectar trayectorias educativas enteras basadas en datos incompletos o sesgados. La privacidad de los alumnos también se vuelve vulnerable, pues la recolección masiva de datos puede exponer información sensible que antes nunca salía del aula.
Oportunidades formativas y detección temprana de riesgos
Pero la inteligencia artificial también abre un abanico de oportunidades inéditas. Los expertos reconocieron que herramientas bien diseñadas pueden identificar riesgos de deserción escolar, personalizar materiales de aprendizaje y reducir la carga administrativa que desgasta a los docentes. Incluso pueden apoyar en el seguimiento de trayectorias formativas mediante análisis predictivos que anticipan necesidades antes de que se conviertan en crisis.
La clave está en entender la inteligencia artificial como una herramienta para amplificar el conocimiento, no para sustituirlo. En lugar de reemplazar habilidades humanas, la IA debe impulsar la creatividad, la reflexión, la resolución de problemas complejos y la construcción de relaciones significativas, pilares fundamentales del proceso educativo.
La urgencia de regular el uso escolar de la inteligencia artificial
Morales insistió en que el debate actual no debe centrarse en aceptar o rechazar la inteligencia artificial, porque ya está presente y seguirá creciendo de forma acelerada. La discusión debe enfocarse en por qué usarla, para qué, con qué límites y bajo qué criterios éticos, especialmente cuando se trata de menores de edad.
Los especialistas coincidieron en que se requiere una estrategia nacional para el uso humanista y seguro de la inteligencia artificial en la educación. Cada institución, desde primarias hasta universidades, debe diseñar su propia hoja de ruta basada en derechos humanos, equidad y protección digital.
Líneas de acción para una IA ética y humanista
El foro propuso cuatro acciones urgentes: fortalecer la alfabetización digital y algorítmica de docentes y estudiantes; usar la inteligencia artificial como herramienta para potenciar habilidades, no para desplazar las humanas; desarrollar políticas que regulen su implementación desde un enfoque de derechos; y ampliar la investigación científica que evalúe sus efectos en aprendizaje, cognición, emociones y salud mental.
Cada una de estas acciones busca evitar que las aulas se conviertan en espacios donde los algoritmos deciden más que los maestros, y donde el rendimiento se mida únicamente a través de predicciones.
Salud mental, emociones y desafíos digitales
La salud mental fue uno de los temas más sensibles del seminario. Expertos advirtieron que las adicciones digitales, el ciberacoso, la exposición temprana a pantallas y la sobreestimulación pueden afectar la estabilidad emocional de niños y adolescentes. La inteligencia artificial, al estar integrada en aplicaciones educativas y plataformas digitales, puede intensificar estos riesgos si no se gestiona con criterios éticos y psicológicos claros.
También se destacó la necesidad de educar emocionalmente a los estudiantes para enfrentar entornos digitales, pues la tecnología no solo transforma la forma de aprender, sino también la forma de sentir, relacionarse y comprender el mundo.
Humanidades digitales y revisión crítica de la tecnología
Luz María Moreno, decana del Tecnológico de Monterrey, enfatizó que la tecnología debe ser examinada críticamente desde las humanidades digitales. No basta con usarla: es necesario entender sus sesgos, sus límites y su impacto social. Recordó que los estereotipos y discriminaciones pueden reforzarse si los algoritmos operan sin supervisión ética ni transparencia.
Moreno destacó que existen rutas transformadoras, como las propuestas en la Guía de Políticas de la Unesco para la Igualdad Sustantiva en la inteligencia artificial, que impulsan la transparencia, la rendición de cuentas y la protección frente a la discriminación algorítmica.
Seminario internacional: temas clave y reflexiones urgentes
El Seminario Internacional “Crecer, aprender y convivir en la era digital” reunió a especialistas que analizaron temas como identidad digital, exposición temprana a dispositivos, educación superior y riesgos de salud mental en la era algorítmica. También abordaron los desafíos de regular la inteligencia artificial en escuelas y universidades, así como la necesidad de diseñar políticas públicas basadas en evidencia científica.
Los especialistas coincidieron en que el avance tecnológico no debe verse solo desde lo técnico, sino desde sus implicaciones éticas, humanistas, filosóficas, ambientales y pedagógicas.
Una educación centrada en las personas
La tecnología seguirá avanzando; lo que está en juego es que la educación avance con ella sin perder su esencia humana. La IA puede enriquecer procesos formativos, pero solo si su implementación se guía por ética, evidencia científica y cuidado del bienestar emocional de las nuevas generaciones. El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad: formar estudiantes que comprendan el mundo digital sin perder la creatividad, la empatía y la capacidad de pensar críticamente.


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