La economía mexicana enfrenta un escenario delicado. Las calificadoras internacionales han encendido las alarmas, advirtiendo sobre el margen fiscal limitado y la necesidad urgente de una reforma fiscal. Claudia Sheinbaum, en su primer año de gobierno, lidia con un dilema que podría definir su administración: ajustar las políticas fiscales para mantener la estabilidad económica o arriesgarse a perder el grado de inversión.
A pesar de que Sheinbaum aseguró en campaña que no habría reformas fiscales profundas, la presión de calificadoras como Moody’s y de inversionistas internacionales ha llevado a su equipo a considerar un cambio de rumbo.
Un problema que no puede esperar
El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, admitió ante el Congreso que una reforma fiscal está en la mesa, aunque dejó en manos de la presidenta el anuncio formal. Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Morena, reforzó esta narrativa al declarar que México necesita una reforma fiscal progresiva “muy pronto” para garantizar justicia y equidad tributaria.
Esto significa que los esfuerzos estarán dirigidos a:
- Aumentar los impuestos a quienes más tienen.
- Implementar gravámenes a herencias y grandes fortunas.
- Posiblemente establecer nuevos impuestos para sectores como el bancario, que acumuló utilidades récord en 2023, según la CNBV.
Reacciones del sector privado
El anuncio no ha pasado desapercibido entre los líderes empresariales. Aunque Sheinbaum ha intentado tranquilizar a los sectores económicos asegurando que la prioridad es fortalecer la recaudación sin reformas inmediatas, la realidad es que las conversaciones ya se están socializando entre empresarios.
El sector bancario, por ejemplo, enfrenta una posible carga fiscal adicional, tras reportar utilidades por más de 273 mil millones de pesos en 2023, con BBVA México y Banorte liderando el ranking.
¿Qué dice Claudia Sheinbaum?
En su conferencia matutina, Sheinbaum dejó clara su postura:
- Fortalecer la recaudación del SAT.
- Reducir la evasión fiscal.
- Optimizar los ingresos provenientes de aduanas.
Sin embargo, no descartó por completo una reforma fiscal profunda si fuera necesaria.
Las consecuencias de no actuar
La reforma fiscal no solo es una cuestión de aumentar ingresos, sino de evitar una crisis de confianza en los mercados financieros. Las calificadoras advierten que, sin ajustes estructurales, México corre el riesgo de perder su grado de inversión. Esto implicaría:
- Un aumento en el costo de la deuda pública.
- Mayor presión para los programas sociales.
- Desafíos en la atracción de inversión extranjera.
La encrucijada política
El costo político de una reforma fiscal es alto. Sin embargo, el gobierno de Sheinbaum cuenta con mayorías legislativas que podrían facilitar su aprobación. Además, el contexto actual plantea una oportunidad para avanzar hacia un sistema tributario más progresivo.
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