Plan de aranceles. Dos palabras que, hace apenas unos meses, parecían encaminar a México hacia uno de sus giros comerciales más profundos en décadas. Desde despachos empresariales hasta mesas familiares, el tema comenzó a circular con fuerza: ¿sería posible enfrentar la dependencia de importaciones sin elevar los precios al consumidor? ¿O el costo sería demasiado alto para la población?
Ese debate, intenso y lleno de matices, quedó en pausa. Pero la historia detrás de este freno revela tensiones económicas, comerciales y geopolíticas que van mucho más allá de una tabla arancelaria.
Por qué se detuvo el plan de aranceles
La aprobación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2026 avanzó sin incorporar la propuesta central de la Secretaría de Economía: elevar aranceles a países sin tratado comercial con México, llegando incluso a incrementos de hasta 50 por ciento en algunas fracciones.
El titular de la dependencia, Marcelo Ebrard, había defendido la iniciativa como una forma de fortalecer la industria nacional, proteger la producción local y disminuir la dependencia externa. Pero el Congreso decidió frenar la votación hasta finales de mes para integrar opiniones y datos de los sectores productivos afectados.
Para especialistas, el motivo del freno tiene nombre y apellido: cadenas de valor. Elevar aranceles en un país tan interconectado con el comercio global implica modificar precios, logística y disponibilidad de insumos en múltiples industrias.
Impacto económico: quién gana y quién pierde
De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), cuando un país impone aranceles, los fabricantes nacionales se benefician al competir contra productos importados más caros. Sin embargo, los consumidores no corren con la misma suerte: terminan pagando más por bienes esenciales y comprando menos.
El organismo advierte que, aunque estas medidas buscan industrializar al país y estimular el mercado interno, también pueden provocar transferencias de recursos desde consumidores hacia productores y gobierno. A largo plazo, incluso podrían retrasar inversiones en sectores protegidos artificialmente.
Por ello, sugiere que cualquier arancel de este tipo debe ser temporal, acotado y acompañado de una estrategia amplia de competitividad.
México y sus tratados: dónde se ubica el riesgo
La Secretaría de Economía presume que México tiene 14 tratados de libre comercio con 52 países. Pero también reconoce algo que se vuelve crucial: los principales proveedores de insumos —como China, Corea del Sur, India y Taiwán— no forman parte de esos acuerdos.
México depende de ellos para industrias como:
automotriz
textil y vestido
plástico
electrodomésticos
aluminio
juguetes
siderurgia
muebles
calzado
Es decir: sin esos insumos, la manufactura mexicana pierde competitividad. Con aranceles elevados, el golpe sería directo sobre costos de producción, precios finales e inflación.
El déficit con Asia: un argumento que pesa
Ebrard insiste en que la medida no es contra ningún país, pero ha reiterado en diversos foros que México enfrenta un déficit comercial explosivo con Asia, incrementado 83 por ciento entre 2020 y 2024.
“Si no tomamos medidas, no habrá cómo financiarlo”, advirtió durante un encuentro de Amazon. La explicación expone una realidad incómoda: México importa masivamente insumos asiáticos mientras exporta productos terminados a Estados Unidos. La ecuación es útil para el nearshoring, pero perjudicial para el balance comercial.
La Cámara de Comercio y Tecnología México-China respondió con fuerza. Señaló que elevar aranceles encarecería componentes clave, disminuiría la competitividad y presionaría la inflación. Y agregó un punto sensible: México depende de China para mantener la viabilidad de su manufactura exportadora.
China responde: tensión diplomática creciente
El gobierno chino no se quedó de brazos cruzados. Anunció una investigación formal sobre los aranceles anunciados por México. Aunque el plan está en pausa, la embajada de China en México enfatizó su rechazo a cualquier medida “proteccionista, unilateral o discriminatoria”.
Para China, la discusión es un símbolo del nuevo orden económico global: cadenas de suministro interdependientes, regiones compitiendo por liderazgo tecnológico y gobiernos presionados entre política industrial e inflación.
El futuro del plan de aranceles
La frase vuelve al cierre, como puente narrativo y advertencia: plan de aranceles. Porque aunque esté en pausa, está lejos de terminar. El Congreso deberá votar con información técnica, presión empresarial, preocupaciones diplomáticas y una ciudadanía atenta a cómo estas decisiones afectarán precios, empleo e inversión.
México está frente a una decisión que definirá su modelo económico en la próxima década.
TE PODRÍA INTERESAR