Navidad en riesgo: aranceles de Trump alteran compras y precios

Navidad en riesgo: aranceles de Trump alteran compras y precios
La incertidumbre comercial en EE.UU. por los aranceles de Trump pone en jaque la temporada navideña: menos productos, más caros y escasa disponibilidad.

La tormenta antes de Navidad: el golpe de los aranceles de Trump

Cuando el verano apenas calienta las aceras en Estados Unidos, el frío de la incertidumbre ya congela los pasillos de las tiendas. Con menos de 22 semanas para Navidad, el panorama es inusualmente sombrío. Los minoristas, acostumbrados a definir en julio sus estrategias para la temporada más lucrativa del año, enfrentan un escenario inédito: tarifas comerciales volátiles, costos impredecibles y una cadena de suministro colapsada por las políticas del presidente Donald Trump.

Las fiestas bajo presión: el efecto dominó de los aranceles

Mac Harman, CEO de Balsam Hill, sintetiza el sentir general del sector: “No sabemos qué artículos incluir en el catálogo”. Su empresa, especializada en árboles de Navidad y adornos, no ha podido concretar su oferta de temporada debido a los constantes vaivenes en los aranceles de importación.

La guerra comercial entre EE.UU. y China ha hecho que los planes de miles de negocios tengan que ser reescritos. Tradicionalmente, los minoristas cierran pedidos navideños en junio. Pero este año, muchos han tenido que retrasarlos, cancelarlos o reducir sus volúmenes por temor a los sobrecostos imprevistos.

Juguetes en jaque: el impacto directo en la industria infantil

Greg Ahearn, presidente de la Toy Association, lo dijo claro: el 80% de los juguetes en EE.UU. vienen de China. Con un arancel del 145% en vigor durante meses, las fábricas chinas arrancaron producción tardíamente. Resultado: los juguetes recién empiezan a llegar, con pocas garantías de reabastecimiento si un producto se vuelve popular en otoño.

Dean Smith, copropietario de las tiendas JaZams, vivió esta presión al tener que revisar escenarios de precios durante hora y media con un proveedor canadiense. Muchos productos subieron hasta un 20% en costo mayorista. Ante la imposibilidad de trasladar completamente ese costo al consumidor, Smith optó por reducir su inventario y eliminar juegos que antes eran imprescindibles.

“No quiero arriesgarme”: el dilema de los pequeños comerciantes

Hilary Key, dueña de The Toy Chest en Indiana, dejó de hacer pruebas de juguetes nuevos. El riesgo de que un pedido llegue tarde y con recargos la hizo retroceder. “Me bombardean con avisos de aumentos del 20%”, explicó, afectando marcas clave como Schylling o My Little Pony.

Su preocupación no es quedarse sin productos, sino no tener la gama ideal para cada etapa del desarrollo infantil. “Puedo traer libros o cosas hechas en otros lugares, pero no es lo mismo”, lamenta.

Un inventario navideño reducido y más caro

La pausa temporal en los aranceles —programada para expirar el 12 de agosto— apenas da margen a importadores y fabricantes para maniobrar. El Puerto de Los Ángeles registró su junio más activo en 117 años, en un intento desesperado por recibir mercancía antes de nuevos incrementos arancelarios.

Gene Seroka, director del puerto, describió este fenómeno como un “efecto látigo”: las importaciones se ralentizan cuando suben los aranceles y se aceleran en cuanto hay una tregua.

El resultado final, para los consumidores, es claro: menos opciones, mayor escasez y precios más altos en los anaqueles esta Navidad.

¿Navidad sin alegría? Las decisiones difíciles detrás del mostrador

Smith y su socia, Joanne Farrugia, hicieron pedidos con dos meses de anticipación y rentaron espacio adicional para almacenamiento. Pero aún así, temen no poder reponer los juguetes de mayor demanda sin un aumento de precio insostenible.

En las tiendas, ya se percibe un cambio: los consumidores están comprando con anticipación, sobre todo artículos populares como peluches Jellycat o grandes unicornios.

“Intentamos mantener una oferta diversa y amigable con el consumidor, pero se vuelve cada vez más difícil”, afirma Smith.

El espíritu navideño resiste, pero bajo amenaza

Mac Harman lo resume con melancolía: “Nuestro propósito como empresa es crear alegría juntos… pero este año, no tendremos todos los artículos que los consumidores quieren”.

La historia de esta Navidad no será solo de luces y regalos, sino de decisiones forzadas por políticas que alteran la economía familiar.

Quizá aún haya tiempo para cambiar el rumbo, pero mientras tanto, miles de comerciantes trabajan contrarreloj para salvar la temporada más mágica del año.

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