La inversión extranjera directa siempre ha sido un termómetro silencioso del rumbo económico de un país. No aparece en los discursos callejeros ni se siente de inmediato en el bolsillo, pero determina la llegada de nuevas fábricas, empleos, tecnología y cadenas productivas. En México, hacia el tercer trimestre de 2025, ese termómetro no solo marcó temperatura… marcó un récord histórico.
En una mañana cálida en Palacio Nacional, mientras la ciudad apenas comenzaba a tomar ritmo, la presidenta Claudia Sheinbaum sonrió al dar la noticia: el flujo de capital foráneo había alcanzado casi 41 mil millones de dólares, el registro más alto que México ha tenido para un periodo enero-septiembre. Una cifra que no solo es dato económico, sino un mensaje global: México está siendo visto como un destino estratégico, estable y competitivo.
Marcelo Ebrard Casaubón, titular de la Secretaría de Economía, lo explicó con claridad. Entre enero y septiembre, la inversión creció 15 por ciento respecto al año anterior, borrando por completo los pronósticos pesimistas que anticipaban una desaceleración. En términos políticos y económicos, Ebrard dejó un mensaje clave:
“Este ritmo significa que el mundo está decidiendo invertir en México por encima de lo esperado. Es una muy buena noticia”.
México rompe récord: inversión extranjera directa impulsa la economía
El mayor motor detrás del crecimiento fueron las nuevas inversiones, aquellas que no son reinversiones de utilidades sino capital fresco que entra por primera vez al país. Estas pasaron de 2 mil millones a 6 mil 500 millones de dólares, un salto que refleja cómo la relocalización industrial, el nearshoring y la estabilidad macroeconómica han colocado a México en el radar de corporaciones que buscan diversificar su producción fuera de Asia.
A mitad del análisis aparece nuevamente la palabra que domina la narrativa económica del momento: inversión extranjera directa. Su fuerza no solo está en los números, sino en el mensaje estructural que envía sobre la confianza en las instituciones, la transición política ordenada y la continuidad de las estrategias de competitividad e infraestructura.
El crecimiento acumulado desde 2018 hasta 2025 es aún más revelador: 69 por ciento. Para Ebrard, este avance prolongado demuestra una tendencia sostenida que se está acelerando bajo la administración de Sheinbaum. No se trata de un “golpe de suerte” ni de un destello temporal, sino de un flujo constante que consolida a México como protagonista económico en América del Norte.

Nuevo ciclo económico: confianza, exportaciones y resiliencia
Otro dato que fortalece la narrativa positiva es el crecimiento de las exportaciones mexicanas, incluso en un contexto donde Estados Unidos —principal socio comercial— ha impuesto nuevos aranceles. Contra lo que muchos pronosticaron, México no se desaceleró. Al contrario, el país aprovechó la demanda regional y la robustez de su sector manufacturero para seguir creciendo.
Industria automotriz, electrónica, autopartes, dispositivos médicos y agroexportaciones han mantenido un ritmo sólido. Este dinamismo refuerza la idea de que México ya no depende únicamente del entorno político del norte, sino que se apoya en una estructura productiva más diversificada.
El nearshoring también ha jugado un papel determinante. Con empresas buscando producir más cerca de Estados Unidos para reducir riesgos logísticos, México se ha convertido en el destino obvio: energía competitiva, mano de obra calificada, tratados comerciales vigentes y una posición geográfica privilegiada.
Lo que significa para el futuro económico de México
La pregunta inevitable es: ¿qué representa este récord para los próximos años?
Para los analistas, tres puntos claves sobresalen:
- Consolidación de México como hub industrial de América del Norte
La llegada de nuevas inversiones implica más plantas, más empleos y más cadenas productivas vinculadas al T-MEC. - Mayor estabilidad financiera
El flujo sostenido de dólares fortalece la balanza de pagos y reduce vulnerabilidades externas. - Confianza política y continuidad institucional
La percepción internacional sobre México se ha beneficiado de la transición ordenada entre administraciones y de políticas económicas coherentes.
Al finalizar la nota, la palabra que sintetiza todo este fenómeno vuelve a imponerse: inversión extranjera directa. No es solamente una cifra récord; es la señal de que México está entrando a un ciclo económico distinto, más ambicioso y más competitivo, sostenido por una ola de capital global que está apostando, con fuerza, por el futuro del país.


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