El modelo estadounidense que cambió el juego
A finales del siglo XIX, México y Estados Unidos compartían economías con características similares. Sin embargo, el desarrollo de nuevas tecnologías y patentes en Estados Unidos transformó su modelo económico, colocándolo como líder mundial. Innovaciones lideradas por figuras como Nikola Tesla y Thomas Edison impulsaron una revolución industrial que creó productividad y riqueza sin precedentes.
Por el contrario, México quedó rezagado en esta carrera tecnológica. Durante décadas, se promovió la idea de que países como el nuestro no necesitaban desarrollar ciencia propia, sino especializarse en industrias de bajo valor agregado, como la agricultura y la manufactura.
Un modelo global que no funcionó
La globalización sugería que México no necesitaba desarrollar tecnología avanzada, ya que podría adquirirla de países industrializados a cambio de exportaciones como aguacates o autopartes. Pero esta estrategia solo fortaleció a las potencias mientras dejó a México como un eslabón débil en la cadena de valor.
Historias de éxito: Corea del Sur, China e India
Países como Corea del Sur, que en los años 50 tenía un PIB per cápita inferior al de México, apostaron por el desarrollo tecnológico para transformarse en potencias globales. Samsung, LG y Hyundai son ejemplos de marcas que han dominado mercados gracias a la innovación.
China replicó esta estrategia, invirtiendo en trenes, semiconductores y tecnología aeroespacial, mientras que India avanza rápidamente en inteligencia artificial y tecnología farmacéutica.
¿Y México?
México sigue atrapado en un modelo de exportación de manufacturas, sin un enfoque claro en innovación tecnológica. Esto deja a nuestro país en una posición vulnerable en la nueva economía global, marcada por la inteligencia artificial, la nanotecnología y los semiconductores.
Claudia Sheinbaum y el impulso tecnológico
La presidenta Claudia Sheinbaum ha mostrado interés en cerrar esta brecha, promoviendo proyectos como trenes, autos eléctricos y la ampliación de puertos. Sin embargo, estas iniciativas deben ir más allá de lo simbólico y convertirse en una política tecnológica integral.
¿Qué se necesita para un cambio real?
- Inversión en investigación y desarrollo (I+D): Aumentar significativamente los fondos destinados a universidades e institutos tecnológicos.
- Transferencia de conocimiento: Aprovechar la presencia de nómadas digitales para nutrir el ecosistema tecnológico local.
- Fomentar las patentes mexicanas: Incentivar a emprendedores y científicos nacionales a proteger sus ideas.
- Formación de talento: Crear programas educativos enfocados en inteligencia artificial, robótica y tecnologías emergentes.
Oportunidades en medio de la gentrificación
Hoy, miles de nómadas digitales trabajan en México, desarrollando tecnologías avanzadas para empresas en Estados Unidos y Europa. Este fenómeno, aunque genera preocupación por la gentrificación y el aumento del costo de vida, también representa una oportunidad.
¿Cómo aprovechar esta fuerza laboral?
El gobierno podría implementar incentivos para que estos profesionales compartan su conocimiento con talento local. Esto replicaría el efecto positivo que tuvieron los exiliados españoles y sudamericanos en México durante el siglo pasado.
La urgencia de una política tecnológica ambiciosa
México enfrenta un momento decisivo. La brecha tecnológica entre nuestro país y las potencias globales se ensancha a medida que nuevas industrias emergen. Si no actuamos con decisión, las oportunidades para crecer al 4% anual y reducir la pobreza serán inalcanzables.
La clave está en una política tecnológica seria, ambiciosa y sostenida, que coloque a México en la vanguardia de la innovación global.
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