La crisis que cambió todo: El desplome del petróleo en 1986
En 1986, México vivió un antes y un después. El precio del petróleo, principal motor de su economía, se desplomó drásticamente, dejando al país al borde de la insolvencia. Este colapso económico evidenció la fragilidad de un modelo que dependía casi por completo de las exportaciones de hidrocarburos.
La solución fue radical: el ingreso de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) marcó su apertura al comercio global. A partir de entonces, el mercado externo se convirtió en el foco principal de la economía, desbancando al mercado interno. Esta transformación económica alteró no solo el rumbo del país, sino también el equilibrio político y social.
Neoliberalismo y desigualdad: Los efectos del cambio económico
Con la entrada al GATT, México abrazó el neoliberalismo, un modelo que priorizó la apertura comercial y la inversión extranjera. Mientras los estados orientados a la exportación, como Nuevo León, Querétaro y Guanajuato, prosperaban, otros como Veracruz, Oaxaca y Tabasco enfrentaban un rezago creciente.
Esta desigualdad regional fue un detonante para una nueva era de divisiones políticas. El norte del país, impulsado por el comercio global, se convirtió en un bastión del Partido Acción Nacional (PAN), mientras que en el sur, las tensiones económicas alimentaron el surgimiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
La ruptura interna del PRI: El nacimiento del PRD y la oposición
La transformación económica también fracturó al entonces hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI). En 1986, las tensiones internas por el cambio de dirección nacional llevaron al nacimiento del PRD, que aglutinó a los sectores más afectados por el nuevo modelo.
El PRD no solo denunció las políticas neoliberales, sino que también representó a los estados que se quedaron atrás en esta nueva economía globalizada. Así, el mapa político comenzó a dividirse: el norte alineado con el PAN y el sur con el PRD, consolidando una polarización que definiría las siguientes décadas.
2012-2018: Reformas, rupturas y el ascenso de Morena
El retorno del PRI a la presidencia en 2012 trajo consigo un intento por completar la integración económica de México al mundo. Reformas clave en los sectores energético, educativo y fiscal buscaban eliminar barreras estructurales y modernizar al país.
Sin embargo, estas reformas no estuvieron exentas de costos sociales. Empresarios desplazados, sindicatos debilitados y comunidades afectadas se aliaron con antiguos críticos del neoliberalismo, consolidándose bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena.
En 2018, Morena llegó al poder con una narrativa que prometía revertir los «excesos del neoliberalismo». Desde entonces, el gobierno de AMLO ha desmantelado reformas clave, reemplazado programas sociales con transferencias directas y cancelado proyectos emblemáticos como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, un símbolo de la conexión de México con el mundo.
La elección de 2023: La nostalgia como motor político
Las elecciones de 2023 evidenciaron una división económica y emocional en el país. En las regiones que han sufrido décadas de rezago, como Oaxaca y Tabasco, Morena arrasó. En contraste, en los estados exportadores del norte, el apoyo fue más limitado, aunque suficiente para consolidar el poder del partido en todo el país.
El éxito de Morena radica en su capacidad para capitalizar la nostalgia por un pasado idealizado anterior al neoliberalismo. Programas sociales, grandes proyectos de infraestructura y un discurso antiélite resonaron con aquellos que se sintieron excluidos de los beneficios del modelo económico iniciado en 1986.
¿Qué le depara el futuro a México?
La política de retrocesos y gasto social desenfrenado tiene un costo. El déficit fiscal y la cancelación de reformas estructurales han puesto en riesgo la estabilidad económica a largo plazo. México se enfrenta a un dilema: seguir apostando por el proteccionismo y la centralización del poder, o reinventarse una vez más para adaptarse a los desafíos del siglo XXI.
Lo que comenzó en 1986 fue una transformación que redefinió al país, pero también dejó heridas que aún dividen a la nación. Con la mirada puesta en el 2024 y los retos económicos que se avecinan, México podría estar al borde de otro cambio histórico.
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