La historia de la Selección Mexicana parece escrita en un bucle. Año tras año, torneo tras torneo, los resultados son los mismos: actuaciones mediocres, directivos que parecen no comprender la gravedad del problema y una afición que, a pesar de todo, sigue esperando un milagro.
La sombra de un pasado no tan distinto
Desde la salida de Gerardo “Tata” Martino, la situación no ha mejorado. Tres directores técnicos después, la Selección ha acumulado decepciones:
- Dos Ligas de Naciones de la Concacaf perdidas.
- Fracaso en la fase de grupos de la Copa América, la única competencia seria antes del Mundial.
- Una Copa Oro ganada que, aunque relevante, no soluciona los problemas de fondo.
La constante: una estructura directiva que parece más enfocada en la burocracia y los ingresos comerciales que en desarrollar un equipo competitivo.
Javier Aguirre: ¿una solución o más de lo mismo?
La llegada de Javier Aguirre como técnico generó expectativas. Sin embargo, sus primeros partidos al frente del equipo han dejado más dudas que certezas:
- Un debut gris ante Nueva Zelanda.
- Un empate frente a Canadá y otro más ante un Valencia en decadencia.
- Una victoria frente a Estados Unidos, el único punto brillante.
- El ridículo más reciente contra Honduras.
El desgaste emocional es evidente. Aguirre, un técnico experimentado, perdió la calma en el último partido al responder a insultos y gestos desde la tribuna hondureña. Este comportamiento refleja la presión que siente el estratega y el entorno tóxico que rodea al equipo.
La eterna desconexión entre jugadores, técnicos y directivos
Uno de los mayores problemas de la Selección Mexicana es la falta de reacción ante los fracasos. En lugar de autocrítica, el discurso oficial suele estar lleno de positivismo vacío y promesas incumplidas.
¿Y las promesas de cambio?
- La reinstauración de la regla de menores podría haber sido un paso en la dirección correcta, pero establecer el límite en 23 años muestra una desconexión total con las necesidades reales del fútbol formativo.
- La estructura burocrática se reconfiguró, pero en el ámbito deportivo no hay una estrategia clara.
El partido de esta noche contra Honduras será decisivo. La Selección Mexicana tiene dos caminos:
La encrucijada de esta noche: hazaña o fracaso anunciado
- Lograr la hazaña y calmar, al menos por ahora, las críticas.
- Fracasar y confirmar que estamos al principio de otro ciclo fallido.
La Federación Mexicana de Futbol (FMF) ha demostrado que no teme tomar decisiones drásticas. Sin embargo, la verdadera transformación no llegará con cambios de técnico o ajustes cosméticos, sino con una revolución profunda en cómo se gestiona el fútbol en México.
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