El adiós a un ícono del fútbol americano
George Atkinson, una de las figuras más emblemáticas de los Raiders de Oakland, falleció a los 78 años, dejando un legado marcado por su dureza, disciplina y espíritu competitivo. Su familia informó al equipo sobre su partida el lunes, sin revelar la causa del fallecimiento, aunque el impacto de su vida y carrera resonó de inmediato en toda la NFL.
Los Raiders, equipo con el que Atkinson vivió sus mayores glorias, lo describieron como el alma de la defensiva “Soul Patrol”, aquella unidad temida de los años setenta que llevó al equipo a conquistar su primer título de Super Bowl en 1976.
Un jugador que representó la esencia del juego duro
George Atkinson jugó diez temporadas con los Raiders y una con los Broncos de Denver, participando en 144 partidos y en siete finales de Liga o Conferencia Americana. Sus 33 intercepciones lo ubicaron entre los más destacados en la historia del equipo, pero su reputación no solo se construyó con estadísticas, sino con su estilo de juego: agresivo, contundente y sin miedo.
En una entrevista de 2016 con el San Jose Mercury News, Atkinson lo resumió de manera clara: “El fútbol americano es un deporte de colisión. Si no tienes cierta mentalidad, te sacarán del juego”.
El nacimiento de una leyenda en el draft de 1968
Seleccionado en la séptima ronda del draft de 1968, Atkinson se unió a una generación dorada de los Raiders, junto a Ken Stabler, Art Shell y Marv Hubbard. Juntos, transformaron a la franquicia en una potencia. Desde su debut, mostró un talento excepcional, anotando en una devolución de despeje de 86 yardas que marcó el inicio de una carrera memorable.
Una defensa que imponía respeto
Atkinson formó parte del dúo de safeties más temido de la NFL junto a Jack Tatum. En una época donde los receptores apenas contaban con protección, los golpes de ambos marcaron la pauta de lo que significaba jugar contra los Raiders.
Sus enfrentamientos contra Lynn Swann, receptor del Salón de la Fama de los Steelers, se convirtieron en parte de la historia del deporte. Uno de los más recordados ocurrió en la final de la AFC de 1975 y en el arranque de la temporada siguiente, cuando un golpe suyo dejó fuera de combate a Swann.
El entrenador de Pittsburgh, Chuck Noll, lo calificó entonces como parte del “elemento criminal” de la NFL. Atkinson demandó a Noll por difamación, pero perdió el caso. Aun así, su fama de jugador rudo y temido quedó grabada para siempre.
Una vida de gloria y tragedia
Aunque su carrera estuvo llena de éxitos, su vida personal se vio marcada por el dolor. Sus hijos mellizos, George III y Josh, siguieron sus pasos en el fútbol americano colegial, pero ambos fallecieron jóvenes: Josh se suicidó en 2018 y George III en 2019.
Años antes, Atkinson había hablado públicamente sobre los síntomas que padecía relacionados con la encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad asociada a los golpes repetitivos en la cabeza, común entre exjugadores de fútbol americano.
El legado del “Demonio de la defensa”
Más allá de las polémicas, George Atkinson representó una época donde el fútbol se jugaba con intensidad y orgullo. Fue dos veces seleccionado al Pro Bowl de la AFL, mentor de nuevas generaciones y símbolo de una franquicia que siempre se caracterizó por su rebeldía y pasión.
Los Raiders lo despidieron con palabras que reflejan su impacto: “Las contribuciones de George como amigo y mentor continuaron mucho después de su carrera como jugador. Su personalidad genuina y su sentido del humor serán profundamente extrañados”.
Su nombre quedará unido para siempre al de los grandes guerreros del fútbol americano. En cada golpe limpio, en cada intercepción, y en cada jugador que lleva el negro y plata con orgullo, vive el espíritu de George Atkinson.


TE PODRÍA INTERESAR