La Liga de Naciones de la Concacaf es de esos torneos que solo parecen importar si no se gana. Si la Selección Mexicana conquista el título, es apenas un logro esperado; pero si el equipo pierde, las críticas se intensifican, las alarmas se encienden y la presión crece. Este torneo ha sido el talón de Aquiles de varios entrenadores del Tri: Diego Cocca dejó el cargo tras la última edición, y Jaime Lozano también tuvo su momento complicado.
Ahora, en la tercera etapa de Javier Aguirre al frente del equipo, la Liga de Naciones es el primer obstáculo en su camino. A pesar de que el torneo carece de prestigio en el escenario internacional, para México ha tomado una relevancia inusitada. Y es que, para una selección que atraviesa años de crisis y sigue buscando recuperar el respeto perdido, cada derrota es una piedra más en el camino hacia la estabilidad.
Historia de México en la Liga de Naciones: Subcampeonatos y desencuentros
Desde el inicio de la Liga de Naciones, el Tri ha acumulado más tropiezos que éxitos. México suma dos subcampeonatos y un tercer puesto, mientras que Estados Unidos se ha consagrado campeón en las tres ediciones disputadas hasta ahora. Este dominio estadounidense ha sido un recordatorio constante de las dificultades que atraviesa el fútbol mexicano, que alguna vez fue competitivo en la región, pero hoy parece estar en retroceso.
El próximo reto para Aguirre y sus dirigidos será enfrentar a Honduras en San Pedro Sula, uno de los estadios más hostiles para la Selección Mexicana. Aunque Honduras ya no tiene el nivel de antaño, el partido no será fácil para un equipo mexicano en plena reestructuración. Es una semana de nervios para el Tri, que busca no caer en el círculo de presión que otros entrenadores recientes no lograron superar.
Javier Aguirre y la falta de opciones: ¿Un problema de talento o de tiempo?
Aguirre no es ningún novato en el banquillo, y es consciente de los retos que enfrenta. Uno de los mayores problemas para el técnico no es solo la presión, sino la falta de opciones para construir un equipo realmente competitivo. La base de la selección sigue siendo la misma de los últimos años, un grupo de jugadores que, en varias ocasiones, ha demostrado que no está a la altura de las expectativas de los aficionados mexicanos.
La frase “la locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes” resuena entre la afición. En este caso, Aguirre no es un técnico aferrado a las “vacas sagradas” de la selección; simplemente, no hay suficientes alternativas en la cantera mexicana. La falta de renovación es el reflejo de una crisis estructural en el fútbol mexicano, y Aguirre parece tener claro que los cambios no serán inmediatos.
Un ciclo largo hacia 2030: Paciencia y trabajo a largo plazo
El fútbol mexicano necesita toneladas de paciencia y un proceso a largo plazo si quiere recuperar su lugar en el panorama mundial. Esta generación de jugadores y entrenadores debe hacer frente a una situación que no se resolverá con victorias rápidas ni torneos intrascendentes. Aguirre tiene en mente un proyecto que apunta hacia 2030, una visión que requiere tiempo, estabilidad y, sobre todo, el compromiso de todas las partes involucradas.
La Liga de Naciones no es un torneo que determine el futuro de México en el fútbol; sin embargo, una derrota podría dejar en evidencia la profundidad de la crisis actual. Si bien Aguirre seguirá en su puesto pase lo que pase en este torneo, un mal desempeño en la Copa Oro 2025 podría poner en jaque la continuidad de su proyecto.
El peso de la paciencia en el camino del Tri
México enfrenta una travesía de autodescubrimiento en la Liga de Naciones y en cada torneo que dispute en los próximos años. Aunque el objetivo inmediato es superar esta fase, el reto de fondo es construir una selección capaz de competir a nivel internacional. La paciencia será esencial para lograr esta transformación, y el equipo tendrá que aprender a navegar las críticas y el escepticismo mientras da pequeños pasos hacia adelante.
La historia reciente del Tri está llena de altibajos y promesas incumplidas, pero también de potencial por descubrir. La Liga de Naciones, más que un título, representa un escenario donde la selección puede aprender a lidiar con la presión y los errores, con la mirada puesta en construir algo mayor a largo plazo.
La Liga de Naciones, ¿un torneo sin importancia o un termómetro de la crisis?
La Liga de Naciones puede ser intrascendente a nivel mundial, pero para la Selección Mexicana es una prueba de fuego. Un triunfo en este torneo no resolverá la crisis, pero una derrota podría encender una nueva ola de críticas y dudas. La presión sobre Javier Aguirre y su equipo es palpable, y el partido contra Honduras es solo el comienzo de un largo camino.
Mientras tanto, la paciencia y la visión a largo plazo son las únicas herramientas que tiene el fútbol mexicano para salir adelante. Los aficionados deberán entender que los resultados no serán inmediatos y que el camino hacia la recuperación será lento. Tal vez este torneo no importe mucho en el gran esquema, pero para el Tri, cada paso cuenta.
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