sábado, diciembre 20, 2025

Lautaro Martínez, ¿Capitán o caprichoso? El veredicto final

En el banquillo de los acusados, Lautaro Martínez. El cargo: abandono de liderazgo. Su excusa sobre el «césped seco» tras el bochorno contra Monterrey es la prueba irrefutable de un equipo en ruinas psicológicas. 

El Inter de Milán, flamante finalista de la Champions League, llegó al Mundial de Clubes no para competir, sino para exhibir sus cicatrices. El empate 1-1 contra los Rayados de Monterrey no fue un accidente, fue un síntoma. Y en el epicentro del desastre, el capitán Lautaro Martínez emitió una declaración que, más que una simple queja, fue una confesión de debilidad.

Tras un partido donde el Inter dominó la posesión (62%) pero careció de «instinto asesino», según su nuevo técnico Cristian Chivu, Lautaro apuntó a un culpable insólito: el césped. «El campo estaba bastante seco, lo que dificultaba el movimiento del balón. Ya jugué en la Copa América aquí y fue lo mismo. Solo tenemos que adaptarnos», declaró el argentino.

Este tribunal no juzga las condiciones del campo, sino la condición de un líder. Y el veredicto es devastador.

El Peso de la Corona (y de la Derrota)

Para entender las palabras de Lautaro, hay que analizar el contexto. Este no es el Inter imperial de hace unos meses. Es un equipo herido, casi traumatizado, que aún no se recupera de la humillante goleada 5-0 sufrida a manos del PSG. Además, ha perdido a su arquitecto, Simone Inzaghi, y ha entregado el timón a un Cristian Chivu que, aunque conoce la casa, afronta su primer gran examen.

En este escenario de fragilidad, se esperaba que el capitán, el hombre que porta el brazalete y el legado, proyectara fortaleza. Antes del partido, el propio Lautaro habló de un «nuevo comienzo» y de la necesidad de ser «mentalmente más fuertes». Palabras que se evaporaron con el pitido final.

En lugar de asumir la falta de contundencia, la lentitud en la segunda mitad o la incapacidad para doblegar a un rival teóricamente inferior, el capitán desvió la atención hacia un factor externo e incontrolable. Es una táctica de manual para eludir la responsabilidad. Al culpar al césped, Lautaro envió un mensaje tóxico a su vestuario: «No es nuestra culpa». Y cuando un líder dice eso, el fracaso está garantizado.

La Soledad del Nuevo Míster

Imaginen la escena desde la perspectiva de Cristian Chivu. En su debut en un torneo global, su equipo se muestra lento y predecible. Ve cómo sus jugadores, incluido el retornado Sebastiano Esposito, son incapaces de superar un bloque bajo. Y al final, en lugar de recibir el respaldo de su capitán, escucha una excusa que invalida cualquier análisis táctico.

Las declaraciones de Lautaro no solo son un acto de pobre liderazgo, sino una puñalada a la autoridad de su nuevo entrenador. Chivu intentó ser diplomático, hablando de falta de «hambre» y de «respeto por el rival». Pero la verdad es que su capitán lo dejó solo, expuesto.

Este Inter no necesita mejores jardineros, necesita un líder que esté a la altura de su historia. Y las pruebas presentadas hoy demuestran que, de momento, Lautaro Martínez no lo es.

Paloma Franco
Paloma Franco
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