Rudy Gobert, el gigante francés de los Timberwolves, colecciona premios de Defensor del Año, pero en playoffs, las dudas arrecian. Tras caer 4-1 ante OKC en las Finales del Oeste, este Juez lo sienta en el banquillo: ¿es la solución o el problema?
El contexto: Eliminación y decepción en las finales del oeste
Por segunda temporada consecutiva, los Minnesota Timberwolves vieron sus sueños de alcanzar las Finales de la NBA truncados en las Finales de la Conferencia Oeste. En mayo de 2025, el verdugo fue el Oklahoma City Thunder, que despachó al equipo de Minnesota con un contundente 4-1 en la serie, sellando la eliminación con una victoria de 124-94 en el quinto partido. Este resultado, aunque refleja la superioridad de OKC, ha intensificado el escrutinio sobre las piezas clave de los Timberwolves, y ninguna tanto como el pívot francés Rudy Gobert.
A sus 32 años, Gobert, reconocido a lo largo de su carrera por su «imponente presencia y destreza defensiva», y galardonado múltiples veces como Defensor del Año de la NBA, se ha encontrado en el ojo del huracán. Llegar a las Finales de Conferencia es, sin duda, un logro meritorio. Sin embargo, ser eliminado de forma tan clara por segunda vez consecutiva, teniendo en la nómina a un jugador tan especializado y con un contrato tan oneroso como el de Gobert, inevitablemente levanta ampollas y cuestionamientos serios sobre la viabilidad del proyecto actual.
Las críticas al gigante francés: ¿Defensa de élite, ataque nulo?
Las críticas hacia Rudy Gobert no son nuevas, pero se han agudizado tras esta eliminación. Se cuestiona persistentemente su «capacidad para rendir cuando más importa», especialmente en la postemporada, donde las debilidades de los jugadores son explotadas sin piedad por los rivales. Si bien su impacto defensivo como protector del aro es innegable, su rendimiento ofensivo en estos playoffs ha sido calificado por algunos analistas como «casi injugable». En la NBA moderna, donde la versatilidad y la capacidad de aportar en ambos costados de la cancha son cada vez más valoradas, las limitaciones ofensivas de Gobert se vuelven un pasivo difícil de ocultar, especialmente considerando su salario.
Cada error, cada posesión ofensiva que termina sin una contribución clara de su parte, se magnifica bajo la lupa de los playoffs. Su contrato, que según algunas fuentes le significará $156 millones por los próximos tres años (otras indican que recién comienza una extensión de tres años ), añade una capa de presión adicional. Gobert es un especialista defensivo de élite, pero en una era dominada por el small ball, el tiro de tres puntos y la capacidad de los pívots para jugar abiertos y crear juego, ¿es su arquetipo una reliquia del pasado o una pieza aún válida si el resto del engranaje del equipo logra compensar sus evidentes carencias en ataque?
El futuro incierto: ¿Traspaso a la vista?
Los Minnesota Timberwolves se encuentran en una encrucijada crítica. La directiva, encabezada por Tim Connelly, debe tomar decisiones trascendentales este verano. Las opciones principales parecen ser dos: mantener la fe en el núcleo actual y esperar una evolución, o acometer una remodelación más profunda del plantel alrededor de su joven superestrella, Anthony Edwards.
La situación financiera del equipo es compleja. Los Timberwolves cuentan con un capital de draft limitado para realizar movimientos significativos. Jugadores importantes como Julius Randle y Naz Reid tienen opciones de jugador en sus contratos, lo que añade incertidumbre.
Además, el equipo ya superó el segundo «apron» (límite salarial de lujo) esta temporada, y hacerlo por tercera vez en un periodo de cinco años acarrearía severas penalizaciones, como la devaluación de futuras selecciones de draft. Esto restringe considerablemente su capacidad para mantener intacto el equipo actual, y mucho menos para añadir talento externo costoso. La nueva directiva, encabezada por Marc Lore y Alex Rodriguez, podría no estar dispuesta a incurrir en un gasto desmesurado en impuestos de lujo.
Rudy Gobert en las quinielas
En este contexto, el nombre de Rudy Gobert y su voluminoso contrato aparecen inevitablemente en las quinielas de traspaso. Se ha especulado con un posible canje a tres bandas que podría enviar a Gobert a Los Angeles Lakers, con Austin Reaves recalando en Minnesota.
Otra opción que se ha rumoreado es un intento por adquirir a Kevin Durant, un movimiento en el que los Phoenix Suns podrían exigir a Gobert como pieza central del intercambio. Mover el contrato de Gobert es una tarea hercúlea, pero mantenerlo podría significar un estancamiento en la evolución del equipo alrededor de Edwards.
La crítica que enfrenta Gobert trasciende un mal partido o una serie desafortunada; es el reflejo de un debate más amplio en la NBA sobre el verdadero valor de los pívots tradicionales.
Jugadores dudan de su utilidad
Estos jugadores, eminentemente defensivos y con notorias limitaciones en el costado ofensivo, ven cuestionada su utilidad en una liga que cada vez prioriza más la versatilidad, el lanzamiento exterior y la capacidad de los internos para defender en el perímetro contra jugadores más pequeños y ágiles. El elevadísimo salario de Gobert no hace más que exacerbar este aparente desajuste estilístico, especialmente cuando el equipo no logra alcanzar el éxito final, es decir, el campeonato.
Con Anthony Edwards consolidándose como una de las superestrellas jóvenes más brillantes de la liga a sus 23 años, los Timberwolves enfrentan una presión inmensa para construir un equipo contendiente a su alrededor, y hacerlo ahora. En la NBA, las ventanas de oportunidad para capitalizar el talento generacional son finitas.
Cualquier pieza que no encaje a la perfección en el rompecabezas, o cuyo contrato limite drásticamente la flexibilidad financiera para mejorar el plantel –como es el caso de Gobert–, será sometida a un escrutinio implacable.
Las decisiones que se tomen en esta temporada baja, ya sean traspasos, ajustes salariales o cambios en la filosofía de construcción del equipo, serán cruciales para definir si los Wolves pueden dar el salto definitivo hacia la élite o si se quedarán estancados en la promesa incumplida.


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