El contrato de $700 millones que Shohei Ohtani firmó con Los Angeles Dodgers en diciembre de 2023 no solo rompió récords, sino que también escondía una «letra pequeña» que ha puesto a temblar las estructuras financieras de las Grandes Ligas: la friolera de $680 millones, el 97% de su salario, serán pagos diferidos a cobrarse una vez que termine su obligación de jugar para el equipo angelino.
Mientras su agente, Nez Balelo, confesaba que un contrato de 15 años era incluso posible, la opción por esta masiva estructura de diferimiento ha levantado sospechas. ¿Estamos ante una obra maestra de ingeniería financiera o un escándalo de elusión fiscal sin precedentes que podría cambiar las reglas del juego?
Dodgers con ventaja
La «magia» detrás de estos pagos diferidos es multifacética. Para los Dodgers, la ventaja es clara: pueden invertir esos $680 millones y potencialmente obtener ganancias significativas antes de tener que desembolsarlos. Pero el verdadero truco contable reside en su impacto sobre el infame Impuesto de Equilibrio Competitivo (Luxury Tax) de la MLB.
Gracias al diferimiento, el contrato de Ohtani, para efectos de este impuesto, se valora en «solo» $46 millones anuales, calculados sobre su valor actual neto de $460,767,680, en lugar de los $70 millones anuales nominales. Los Dodgers no son nuevos en esta táctica; han acumulado la asombrosa cifra de $964 millones en pagos diferidos con varias de sus estrellas desde julio de 2020. Pero la estrategia no solo beneficia al equipo.
Para Ohtani, esta estructura podría traducirse en un ahorro fiscal millonario. Al recibir la mayor parte de su dinero después de concluir su carrera y, crucialmente, si decide mudarse de California –un estado conocido por sus elevadas tasas impositivas sobre la renta– a un estado con una carga fiscal menor o nula, la mordida de impuestos sobre esos $680 millones podría ser considerablemente más suave.
¿Estrategia para elusión fiscal?
Esto plantea una pregunta incómoda: ¿es esta una estrategia coordinada de elusión fiscal, perfectamente legal pero éticamente cuestionable, donde el equipo ahorra en el impuesto de lujo y el jugador en sus impuestos personales?
La controversia no se ha hecho esperar. Voces autorizadas como la de Ken Rosenthal de Fox Sports y The Athletic, si bien reconocen la legalidad de la maniobra, acusan a los Dodgers de «jugar con esto» y «eludir el cálculo del impuesto de lujo».
Rosenthal va más allá, sugiriendo que los $70 millones anuales completos deberían ser los que cuenten contra el impuesto, y no el valor actual, para cerrar esta aparente laguna legal. El ex lanzador de los Angels, Jered Weaver, fue más directo: «Todo el mundo quejándose de esta situación del dinero diferido con los Dodgers facilita fichar sabiendo que no pagarás los impuestos de California por todo tu dinero… obviamente están en algo». Por supuesto, Ohtani es un caso excepcional; sus colosales ingresos por patrocinios le permiten el lujo de diferir el 97% de su salario, una situación inalcanzable para la mayoría.
¿Dodgers en posible bancarrota?
Las implicaciones legales futuras añaden otra capa de complejidad. ¿Qué sucedería si los Dodgers, una franquicia multimillonaria, se declararan en bancarrota? Durante los primeros 10 años del contrato (2024-2033), este se considera un «contrato ejecutorio». En un escenario de quiebra, los Dodgers podrían optar por asumir el contrato (y seguir pagando) o rechazarlo.
Si lo rechazan, Ohtani se convertiría en agente libre y tendría una reclamación contra la masa de la quiebra por los $680 millones más lo adeudado. Si la quiebra ocurriese después de 2033, cuando Ohtani ya no esté obligado a jugar, pero aún espere sus pagos diferidos, sería un acreedor más en la lista.
Un detalle no menor es la cláusula de «no traspaso» (no asignación) total que Ohtani tiene en su contrato, lo que significa que, en caso de una venta de los Dodgers (por ejemplo, en un proceso de bancarrota), él tendría que dar su consentimiento para jugar para los nuevos dueños. Esta sofisticación contractual sugiere que el equipo de Ohtani anticipó múltiples escenarios de riesgo, incluyendo la solvencia a largo plazo de una de las franquicias más ricas del deporte


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