La historia del beisbol de las Grandes Ligas no puede contarse sin mencionar la “era de los esteroides”. Fue una etapa que, aunque polémica, marcó un resurgimiento del deporte tras las huelgas que habían alienado a los aficionados. Sin embargo, los héroes de aquel momento enfrentan hoy el rechazo de quienes determinan qué nombres tienen cabida en el Salón de la Fama.
Barry Bonds, el rey de los jonrones; Roger Clemens, máximo ganador del Cy Young con siete trofeos, y Curt Schilling, ícono de los playoffs, son solo algunos de los nombres que han sido ignorados en las votaciones. El motivo: el supuesto uso de sustancias prohibidas.
Entre héroes y villanos: la doble moral en el beisbol
En un deporte donde la perfección técnica es exaltada, es irónico que grandes figuras sean castigadas por controversias que muchos consideran hipócritas. Mientras los equipos encuentran maneras de esquivar el fisco (como los Dodgers o los Mets con nóminas astronómicas), los jugadores involucrados en la era de los esteroides son señalados y excluidos, a pesar de su impacto en el espectáculo.
Por ejemplo, Barry Bonds no solo rompió récords, sino que llenó estadios cuando el beisbol más lo necesitaba. Sin embargo, parece que no basta con los números; también hay que “caer bien”. ¿Es esto un concurso de popularidad?
¿Qué pierde el beisbol al excluir a estos íconos?
La exclusión de figuras como Pete Rose (el rey del hit) o Alex Rodríguez (en la lista hasta 2031) plantea preguntas incómodas. En una época donde las apuestas son patrocinadas por las propias ligas, ¿qué tan válida es la expulsión de Rose por apostar en partidos?
Además, el caso de Bonds y Clemens evidencia un vacío en la narrativa del deporte. ¿Cómo se puede hablar del beisbol sin reconocer al máximo jonronero y al mejor lanzador de la historia?
El dilema de las votaciones: ¿justicia o castigo mediático?
Desde 2007, con Mark McGwire, la sombra de los esteroides ha influido en las boletas del Salón de la Fama. El sistema parece más interesado en castigar moralmente que en reconocer logros deportivos.
Alex Rodríguez, por ejemplo, ha invertido en su imagen pública, lo que podría ayudarle a alcanzar la inmortalidad que a Bonds y Clemens se les ha negado. Esto reabre el debate: ¿es un Salón de la Fama o un tribunal de ética?
El legado incompleto de una era
La exclusión de estos jugadores deja un hueco en la historia del beisbol. Más allá de las controversias, ellos mantuvieron vivo el interés en el deporte en momentos críticos. Al final, el Salón de la Fama pierde tanto como los aficionados al ignorar a estas figuras.
La pregunta sigue en el aire: ¿podrá el beisbol reconciliarse con su pasado y honrar a quienes definieron una era?
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