La UNESCO anunció la incorporación de 26 nuevos sitios a su lista de Patrimonio Mundial en 2025. Entre ellos, destacan siete lugares enigmáticos que combinan belleza natural, valor arqueológico y significado cultural. Estas maravillas, talladas en piedra o moldeadas por el tiempo, revelan la relación ancestral entre el ser humano y la naturaleza.
Domus de janas, Italia: tumbas subterráneas que narran un pasado místico

En la isla de Cerdeña, miles de tumbas excavadas en la roca forman uno de los complejos funerarios más extensos del Mediterráneo occidental. Las llamadas domus de janas —»casas de las hadas»— datan de entre los milenios V y III a.C., y reflejan antiguos rituales y creencias espirituales. Su arquitectura subterránea y el arte que conservan evidencian una cosmovisión donde la muerte era solo una transición hacia otro plano.
Megalitos de Carnac, Francia: alineaciones milenarias con un propósito aún desconocido

En Bretaña, al oeste de Francia, miles de megalitos se alinean sobre colinas y campos desde hace más de cinco mil años. Los alineamientos de Carnac, los túmulos funerarios y los menhires verticales son hoy parte del paisaje protegido de Morbihan. Su precisión astronómica y disposición geométrica aún desconciertan a los expertos. Este sitio es considerado uno de los conjuntos megalíticos más grandes del mundo.
Murujuga, Australia: arte rupestre con 50.000 años de historia viva

El paisaje cultural de Murujuga, en el remoto noroeste australiano, contiene una de las mayores concentraciones de arte rupestre del planeta. Comunidades aborígenes grabaron sobre las piedras escenas de caza, figuras humanas, animales sagrados y mapas espirituales. Estas inscripciones han perdurado por más de 50.000 años, testimoniando una relación continua con el entorno natural y lo sagrado.
Cañón del río Peruaçu, Brasil: un santuario entre cavernas y selvas

Al norte del estado de Minas Gerais, el Parque Nacional del Peruaçu alberga cuevas monumentales, ríos subterráneos y formaciones de piedra caliza moldeadas por la erosión durante milenios. En sus paredes, pinturas rupestres y restos arqueológicos cuentan la historia de habitantes prehistóricos. Este ecosistema, además, protege una notable biodiversidad con especies endémicas de flora y fauna.
Phong Nha-Ke Bang y Hin Nam No, Vietnam y Laos: un patrimonio compartido bajo la tierra

Este nuevo sitio transnacional une a Vietnam y Laos a través de un sistema de montañas kársticas, selvas y cavernas subterráneas. Las formaciones geológicas del Phong Nha-Ke Bang y el Hin Nam No contienen algunas de las cuevas más grandes y espectaculares del mundo, como la Xe Bang Fai, atravesada por un río. La región protege no solo una riqueza geológica, sino también ecosistemas frágiles y culturas tradicionales.
Tumbas imperiales de Xixia, China: una dinastía tallada en la piedra

A los pies de las montañas Helan, en la región de Ningxia, se encuentra el complejo funerario de la dinastía Xixia (siglo XI), fundada por el pueblo tangut. Estas tumbas imperiales combinan elementos del budismo tibetano, la arquitectura china y tradiciones funerarias locales. Algunas están parcialmente excavadas en roca y otras construidas sobre la superficie, formando un diseño único y monumental.
Møns Klint, Dinamarca: acantilados blancos que narran la historia del continente

En la costa oriental de Dinamarca, los imponentes acantilados de Møns Klint se elevan sobre el mar Báltico con una blancura brillante resultado de su origen cretácico. Las capas sedimentarias plegadas que forman estos muros naturales permiten leer la evolución geológica de Europa. Moldeados por el paso de glaciares y la erosión marina, son también un importante punto para la observación de fósiles y aves migratorias.
Una nueva mirada al pasado y al planeta
La inclusión de estos sitios en la lista de Patrimonio Mundial 2025 refleja una tendencia hacia el reconocimiento de lugares donde la naturaleza y la cultura convergen. Ya sean tumbas talladas en roca, alineamientos megalíticos o acantilados moldeados por millones de años, estos lugares no solo cuentan historias del pasado: nos invitan a proteger la memoria de la humanidad y los ecosistemas que la sustentan.


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