Una historia que empieza demasiado pronto
A los 17 años, Mariana dejó de mirar a los ojos a quienes la querían. Sus amigos notaron que ya no sonreía como antes, y su madre se preocupaba por los silencios prolongados. Lo que nadie sabía es que vivía atrapada en una relación que combinaba amor y miedo, afecto y control. Mariana no es un caso aislado. Según un nuevo análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi una cuarta parte de las jóvenes que han mantenido una relación sufrirán violencia física o sexual antes de cumplir los 20 años.
La cifra que alarma al mundo
La OMS estima que 19 millones de adolescentes, es decir, el 24 % de quienes han tenido pareja, padecen este tipo de violencia. Los datos revelan que en regiones como Oceanía la prevalencia alcanza un inquietante 47 %, y en África Subsahariana central llega al 40 %. En cambio, en Europa central y Asia central las tasas son menores, pero no inexistentes: 10 % y 11 % respectivamente.
Factores que aumentan el riesgo
La violencia contra adolescentes está más presente en países con ingresos bajos, con menor escolarización femenina en secundaria y con leyes de propiedad y herencia desiguales. El matrimonio infantil, que afecta a 1 de cada 5 niñas en el mundo, agrava el problema al generar dependencia económica y desequilibrios de poder.
Consecuencias invisibles y duraderas
La violencia de pareja en la adolescencia no solo deja cicatrices físicas. La OMS advierte que incrementa el riesgo de depresión, ansiedad, embarazos no planificados, infecciones de transmisión sexual y problemas de autoestima que persisten durante años. En lo educativo, provoca abandono escolar y limita las oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Una crisis de salud pública
“Dado que la violencia en estos años formativos puede causar daños profundos y duraderos, es un problema de salud pública que requiere atención inmediata”, enfatiza Pascale Allotey, Directora del Departamento de Salud Sexual y Reproductiva de la OMS.
La urgencia de actuar
El informe recomienda políticas que garanticen la educación secundaria para todas las niñas, fortalezcan los derechos de propiedad y eliminen prácticas nocivas como el matrimonio infantil. Lynnmarie Sardinha, autora del estudio, subraya que “sin igualdad de género, no hay futuro libre de violencia”.
Prevención y empoderamiento
La OMS propone programas escolares que enseñen a identificar relaciones saludables, leyes que protejan los derechos de las mujeres y estrategias de empoderamiento económico. También recalca que los servicios de apoyo deben ser accesibles y adaptados a las necesidades adolescentes.
2030: un reto lejano
Ningún país está en la senda correcta para erradicar la violencia contra mujeres y niñas antes de 2030, como marcan los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin un cambio drástico, millones de jóvenes seguirán viviendo lo que Mariana vivió: un amor marcado por el miedo.
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