En los últimos años la ketamina y su derivado esketamina han acaparado atención como tratamientos rápidos para la depresión, especialmente en pacientes con depresión resistente al tratamiento. Pero ¿qué tan efectivas son, cuánto duran sus efectos y qué riesgos implican? A continuación un resumen claro y basado en la evidencia para entender cuándo se usan, qué resultados ofrecen y qué precauciones debes considerar.
¿Cómo funcionan?
La ketamina actúa de forma diferente a los antidepresivos clásicos: antagoniza receptores NMDA del sistema glutamatérgico, lo que aumenta la liberación de glutamato y activa receptores AMPA. Esto desencadena señales celulares (BDNF, mTOR) que favorecen la plasticidad sináptica —una de las posibles bases de su efecto antidepresivo rápido. La investigación preclínica y clínica apunta a estos mecanismos como responsables de la mejoría observable en horas o días.
¿Qué tan rápido y cuán efectiva es?
Los estudios clínicos muestran que tanto ketamina intravenosa (IV) como esketamina intranasal pueden reducir síntomas depresivos en horas a días, algo inusual frente a los antidepresivos tradicionales que tardan semanas. En casos de depresión resistente al tratamiento (TRD), las tasas de respuesta temprana son significativamente superiores a placebo en ensayos controlados. No obstante, la duración de la respuesta varía: los efectos agudos suelen remitir en semanas si no se mantiene un esquema de seguimiento.
¿Ketamina o esketamina? ¿Cuál es la diferencia?
- Esketamina (Spravato): es la enantiomería S de la ketamina y cuenta con aprobación regulatoria (p. ej. FDA) para TRD con condiciones estrictas de administración y monitoreo en centros certificados. Su uso lleva protocolos específicos y observación post-administración.
- Ketamina racémica (IV u otras vías): se emplea de forma off-label en muchos centros y clínicas; numerosos estudios muestran eficacia, en especial la vía IV, pero la ketamina en sí no está aprobada por la FDA para trastornos psiquiátricos, lo que implica variabilidad en dosis y protocolos.
Evidencia comparativa y mantenimiento
Algunas revisiones y metaanálisis sugieren que la ketamina IV puede ofrecer respuestas más rápidas y en ocasiones mayores que la esketamina intranasal a corto plazo, pero la comparación directa depende de protocolos, poblaciones y medidas de resultado. Para sostener mejoras se emplean regímenes de mantenimiento (dosis repetidas, combinaciones con antidepresivos y psicoterapia), aunque la evidencia sobre el esquema ideal a largo plazo aún está en desarrollo.
Efectos secundarios y riesgos importantes
Los tratamientos con ketamina/esketamina pueden producir sedación, disociación, mareo, aumento de la presión arterial, náusea y alteraciones perceptivas. Existen preocupaciones sobre riesgo de abuso, deterioro cognitivo con uso prolongado y efectos urinarios con exposiciones repetidas. Por eso, la administración supervisada en ambientes clínicos y la evaluación del riesgo individual son esenciales. Además, los productos compuestos o administrados fuera de protocolos certificados incrementan riesgos.
¿Quién podría beneficiarse?
Actualmente la mejor evidencia apoya el uso en adultos con depresión resistente al tratamiento o con ideación suicida aguda cuando se requiere una respuesta rápida. No es la primera línea para depresión moderada sin intentos previos de tratamiento; su uso debe decidirse por un psiquiatra con experiencia y en centros preparados para monitorizar efectos y seguridad.
Consideraciones prácticas y acceso
- Consulta especializada: la decisión debe tomarse con un profesional que evalúe historial médico, cardiovasculopatías, abuso de sustancias y medicamentos concomitantes.
- Entorno controlado: es imprescindible la administración en centros con protocolos, observación post-dosis y personal capacitado.
- Costos y cobertura: es frecuente que tratamientos no estén cubiertos por seguros, y el costo puede ser elevado. Esketamina intranasal tiene aprobación regulatoria pero exige registro en programas de seguridad.
La ketamina y la esketamina representan avances importantes en el tratamiento de la depresión resistente por su inicio de acción rápido y tasas de respuesta en pacientes difíciles de tratar. Sin embargo, no son una solución mágica: sus beneficios agudos pueden requerir mantenimiento, implican riesgos (disociación, presión arterial, potencial de abuso) y, en el caso de la ketamina racémica, su uso en psiquiatría suele ser off-label. La recomendación general es: habla con un psiquiatra, opta por centros con protocolos validados y considera ketamina/esketamina cuando los beneficios superen claramente los riesgos para tu caso.


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