El granizo es un fenómeno meteorológico que puede causar daños significativos a personas, vehículos, cultivos y edificaciones. Se forma dentro de tormentas fuertes, generalmente asociadas con cumulonimbos, y sus tamaños pueden variar desde pequeños granos hasta bolas de hielo de varios centímetros de diámetro. Comprender su formación y cómo protegerse es clave para minimizar riesgos durante una tormenta.

¿Cómo se forma el granizo?

El granizo se origina en nubes de tormenta muy altas, donde las corrientes de aire ascienden con fuerza y llevan gotas de agua hacia zonas extremadamente frías de la atmósfera. En esas alturas, las gotas se congelan rápidamente, formando pequeños núcleos de hielo.

A medida que estos núcleos son transportados hacia arriba y abajo por corrientes ascendentes y descendentes dentro de la nube, se adicionan capas de agua que se congelan. Este proceso puede repetirse varias veces, aumentando el tamaño de las piedras de granizo hasta que se vuelven demasiado pesadas para ser sostenidas por el aire y caen a la superficie.

El tamaño del granizo depende de la intensidad de la tormenta y la fuerza de las corrientes ascendentes: cuanto más fuerte es el viento dentro de la nube, más tiempo permanece el granizo en suspensión, permitiendo que crezca más. Por eso, algunas tormentas severas pueden generar granizo del tamaño de pelotas de golf o incluso más grandes.

Efectos del granizo

El granizo puede provocar daños considerables en diferentes ámbitos:

• Vehículos y edificaciones: abolladuras en techos y parabrisas, daños a estructuras y vidrios.
• Agricultura: destrucción de cultivos, frutas y vegetales, afectando la economía local.
• Personas y animales: riesgo de lesiones graves si se encuentra al aire libre sin protección.
• Transporte y seguridad: accidentes viales debido a carreteras resbaladizas y visibilidad reducida.

Conocer estos riesgos ayuda a planificar medidas preventivas y actuar con rapidez durante la tormenta.

Cómo protegerse durante una tormenta de granizo

Existen acciones preventivas y de emergencia que pueden reducir el riesgo de lesiones y daños:

1. Buscar refugio inmediato: alejarse de áreas abiertas y buscar protección dentro de un edificio sólido o vehículo cerrado.
2. Cubrirse la cabeza: si no es posible resguardarse, usar cascos, mochilas, cojines o incluso las manos para proteger la cabeza.
3. Proteger vehículos: siempre que sea posible, estacionar automóviles bajo techo o garajes; cubrirlos con mantas gruesas puede amortiguar el impacto de granizo pequeño.
4. Evitar objetos peligrosos: alejarse de árboles, postes, ventanas y estructuras que puedan colapsar o soltar fragmentos de vidrio.
5. Monitorear alertas meteorológicas: aplicaciones móviles y sistemas de alerta de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y servicios meteorológicos proporcionan avisos de tormentas severas y granizo.
6. Cuidar mascotas y animales de granja: trasladarlos a espacios seguros o techados para evitar lesiones.

Preparación antes de la temporada de tormentas

Además de las medidas inmediatas, es recomendable preparar el entorno antes de que comiencen las temporadas de lluvias y tormentas:

• Revisar techos y ventanas para garantizar que estén en buen estado y resistentes.
• Mantener cubiertas de seguridad para vehículos y cultivos, como mallas o cobertores especiales.
• Tener un kit de emergencia con linterna, botiquín de primeros auxilios y mantas.
• Planificar rutas de evacuación o refugio en caso de tormentas severas.

Estas acciones aumentan la seguridad de las personas y reducen pérdidas materiales durante episodios de granizo intenso.

El granizo es un fenómeno natural que puede ser peligroso, pero comprender cómo se forma y tomar medidas de protección permite reducir riesgos significativos. Desde buscar refugio y proteger la cabeza hasta asegurar vehículos y cultivos, la prevención es la mejor estrategia. Mantenerse informado sobre alertas meteorológicas y preparar un plan de acción puede marcar la diferencia durante una tormenta.

Adoptar estas prácticas no solo protege a las personas, sino también a la propiedad y los recursos, convirtiéndose en un componente clave de la seguridad personal y comunitaria durante eventos climáticos severos.