La fe en Guanajuato atraviesa un momento difícil. Jóvenes de grupos apostólicos y pastorales han visto cómo la violencia criminal se cruza con su vida cotidiana. En municipios como Jaral del Progreso, Cortázar, Valle de Santiago y Pénjamo, las reuniones religiosas ya no se realizan con normalidad.
El obispo de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, confirmó que el reclutamiento forzado por parte de grupos criminales ha obligado a las parroquias a cambiar horarios de encuentros juveniles, especialmente en las tardes y noches.
“No podemos detener la evangelización”, afirma la Iglesia
El obispo Díaz explicó que la violencia limita la asistencia de jóvenes y afecta directamente la pastoral juvenil. Muchos adolescentes han perdido amistades, espacios de convivencia e, incluso, la posibilidad de reunirse de noche como lo hacían antes.
“Vamos actuando, no podemos quedarnos sin evangelizar, aunque el peligro esté presente”, expresó el jerarca religioso.
Voces desde las parroquias en León e Irapuato
En la Arquidiócesis de León, el vocero Marcos Cortés Muñiz señaló que cada comunidad adapta horarios según el nivel de riesgo en su zona. La prioridad es evitar reuniones nocturnas y mantener la seguridad de los jóvenes.
Coordinadores pastorales, como María José López, han implementado protocolos de protección de menores: horarios más cortos, actividades en templos y comunicación directa con los padres. “Un espacio que debería ser de paz se llena de delincuencia, pero buscamos protegerlos”, advirtió.
Tragedias que han marcado a la comunidad religiosa
Los ataques contra jóvenes católicos no son casos aislados. En mayo, siete jóvenes fueron asesinados en San Felipe tras una convivencia. En agosto, dos integrantes de la parroquia San Felipe Apóstol fueron privados de la libertad y ejecutados.
En marzo, un ataque armado en Salamanca dejó siete miembros de la pastoral juvenil muertos. Estos hechos suman 16 jóvenes católicos asesinados en Guanajuato en lo que va del año.
Llamado urgente a las autoridades
La Iglesia insiste en que las medidas internas son insuficientes y que corresponde a las autoridades garantizar seguridad y combatir el reclutamiento forzado.
El obispo Díaz concluyó: “Es una preocupación como iglesia, sobre todo de los jóvenes. No tenemos soluciones, por eso pedimos a las autoridades actuar con firmeza y unidad”.


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