El inicio de una historia oscura en el rancho Izaguirre
Septiembre de 2024. Una llamada anónima llegó a las autoridades alertando sobre movimientos extraños en un rancho en Teuchitlán, Jalisco. La Guardia Nacional, sin saber la magnitud de lo que estaba a punto de encontrar, irrumpió en el lugar y descubrió uno de los narcocampamentos más aterradores del occidente del país.
Diez hombres armados fueron detenidos en flagrancia. Lo que parecía un operativo más contra el crimen organizado pronto se convirtió en una pieza clave para desentrañar la violencia sistemática del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG)
Un juicio marcado por los horrores del crimen organizado
El 1 de julio de 2025 inició el juicio oral contra Lennin “N”, David “N”, Gustavo “N”, Christopher “N”, Juan “N”, Óscar “N”, Erick “N”, Luis “N”, Ricardo “N” y Armando “N”, todos vinculados al CJNG y detenidos en el rancho Izaguirre. El tribunal los acusó formalmente por desaparición cometida por particulares, en su forma simple y agravada, así como por homicidio calificado.
Las pruebas presentadas por la Fiscalía incluían testimonios de víctimas liberadas, hallazgos forenses, y evidencia recogida por colectivos de búsqueda como Guerreras Buscadoras de Jalisco, quienes descubrieron crematorios clandestinos, huesos calcinados, ropa ensangrentada y enseres personales en el predio
Una sentencia ejemplar: justicia para las víctimas
El lunes 7 de julio, tras los alegatos finales, el Tribunal de Enjuiciamiento emitió un fallo condenatorio por la totalidad de los cargos. Al día siguiente, se dictó la sentencia: 141 años y 3 meses de prisión para cada uno de los acusados, además del pago de 1.3 millones de pesos como reparación del daño.
Esta sentencia no solo representa un hito judicial, sino un símbolo de justicia para las decenas de familias que aún buscan a sus seres queridos en Jalisco, uno de los estados con más desaparecidos del país
Hallazgos escalofriantes: los crematorios del horror
El rancho Izaguirre, ubicado entre cerros y caminos rurales, no era solo un escondite del CJNG. Era un centro de exterminio. Guerreras Buscadoras de Jalisco documentaron la presencia de crematorios clandestinos excavados en tierra firme, donde se encontraron restos óseos calcinados.
Aunque la Fiscalía General de la República (FGR) intentó refutar públicamente la magnitud del hallazgo, las imágenes, testimonios y evidencias recolectadas por las buscadoras evidencian un patrón de exterminio masivo en la región
Conexiones políticas: el crimen infiltrado en los gobiernos locales
El caso del rancho Izaguirre no termina con la sentencia. Existen investigaciones paralelas que involucran a tres policías municipales del vecino municipio de Tala, quienes supuestamente trabajaban para el CJNG bajo las órdenes de José Gregorio “N”, alias «Comandante Lastra», detenido en marzo en Ciudad de México.
Aún más alarmante es la detención del alcalde emecista de Teuchitlán, José Asunción Murguía Santiago. Capturado en mayo, enfrenta cargos de delincuencia organizada, desaparición forzada y trata de personas, por su presunta participación en el reclutamiento forzado de jóvenes para el cártel
Implicaciones sociales y necesidad de justicia integral
La sentencia contra estos diez hombres es solo un primer paso. Las redes de poder y complicidad que permitieron la existencia del rancho Izaguirre aún no han sido desmanteladas por completo. Jalisco continúa siendo un epicentro de violencia, desapariciones y control territorial del crimen organizado.
El reclamo de justicia exige más que castigos: requiere acciones coordinadas, protección a colectivos de búsqueda, y una purga de autoridades corruptas que permiten estos crímenes
Conclusión: memoria, justicia y resistencia ciudadana
El caso del rancho Izaguirre es un llamado urgente a la memoria y a la acción. Gracias a la denuncia ciudadana, el operativo de la Guardia Nacional y el trabajo incansable de colectivos como Guerreras Buscadoras, hoy hay una sentencia histórica que pone rostro a la impunidad.
Pero la verdadera justicia llegará cuando ningún funcionario vuelva a ser cómplice, cuando las familias puedan enterrar a sus seres queridos con dignidad, y cuando en Teuchitlán no se escuchen más los gritos silenciados por la violencia.


TE PODRÍA INTERESAR