La madrugada del martes, el sonido de los helicópteros rompió la calma en la zona de Tres Ríos, en Culiacán. Los habitantes, acostumbrados ya a los despliegues de seguridad, sabían que algo grande se movía. Minutos después, las detonaciones confirmaron lo que muchos temían: un nuevo enfrentamiento entre fuerzas federales y una célula del Cártel de Sinaloa.
El saldo fue de un muerto y seis detenidos, entre ellos José Manuel “N”, alias Mono Canelo, y Juan Carlos “N”, conocido como Chango, ambos viejos conocidos de las autoridades, que ya habían sido arrestados y liberados meses atrás.
Operativo coordinado entre fuerzas federales y estatales
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, informó que el operativo fue resultado de una estrategia conjunta entre la SSPC, Sedena, Semar, FGR, Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa.
Los agentes interceptaron a un grupo armado tras recibir reportes sobre personas sospechosas en el boulevard Alfonso Zaragoza, dentro del desarrollo urbano Tres Ríos. Al intentar detenerlos, los oficiales fueron atacados con armas de fuego y respondieron siguiendo los protocolos de actuación.
Durante el enfrentamiento cayó abatido Luis Ezequiel “N”, alias El Morral, identificado como líder de la célula criminal, mientras los otros seis fueron capturados con un arsenal que incluía cinco armas largas, una subametralladora, dos armas cortas, 150 cartuchos y tres vehículos.
Los generadores de violencia vuelven a caer
Las autoridades señalaron que los detenidos ya habían sido aprehendidos en diciembre de 2024 y julio de 2025, pero liberados por decisión judicial. Ambos estaban señalados por su participación en homicidios, secuestros, tráfico de drogas y distribución de armamento.
Su recaptura, según Harfuch, “representa un golpe directo a los generadores de violencia en Culiacán y una muestra de que el Estado no renunciará a garantizar la seguridad”.
Culiacán, bajo presión del crimen organizado
Culiacán ha sido históricamente el epicentro del poder del Cártel de Sinaloa. Cada operativo, cada enfrentamiento, revive los recuerdos del llamado “Culiacanazo” de 2019, cuando la captura de Ovidio Guzmán desató el caos.
Aunque el gobierno federal asegura que la estrategia actual se enfoca en capturar objetivos prioritarios sin poner en riesgo a la población, la ciudadanía sigue viviendo entre la tensión y la incertidumbre.
“Ya ni nos sorprende escuchar disparos”, comentó un vecino de la zona, quien pidió el anonimato. “Lo que queremos es que esto pare de una vez”.
El reto de sostener la seguridad en Sinaloa
El Gabinete de Seguridad reafirmó que las operaciones en el noroeste del país continuarán para debilitar las estructuras criminales que operan en la región. Sin embargo, la reincidencia de los mismos nombres en las detenciones deja al descubierto los desafíos del sistema judicial mexicano.
Mientras los seis detenidos enfrentan cargos por delitos federales, la atención pública vuelve a centrarse en una pregunta que el país no logra responder: ¿cuánto tiempo puede mantenerse esta lucha sin una reforma estructural que rompa el ciclo de violencia y corrupción?


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