Esta semana, México será escenario de la XXVI Reunión de Embajadores y Cónsules (REC), una tradición iniciada en 1990 por el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Fernando Solana. Este encuentro anual se ha consolidado como un espacio crucial para alinear los objetivos del Servicio Exterior Mexicano (SEM) con las prioridades del gobierno en turno.
En esta edición, marcada por el inicio de la administración de Claudia Sheinbaum y la inminente toma de posesión de Donald Trump en Estados Unidos, las expectativas son altas. Sin embargo, también lo son los desafíos, desde la centralización de recursos en Norteamérica hasta la necesidad urgente de fortalecer la presencia de México en otros escenarios globales.
El encuentro cara a cara: una práctica indispensable
Aunque las herramientas tecnológicas permiten avanzar en discusiones y proyectos, el encuentro presencial sigue siendo vital. Este formato facilita no sólo la interacción directa entre quienes trabajan en las capitales y quienes operan en el extranjero, sino también la oportunidad de tomar el pulso de las prioridades nacionales e internacionales.
La asistencia masiva en esta edición es típica en un cambio de administración, pues muchos titulares buscan confirmar su permanencia o posibles rotaciones. Especialmente en el caso de los nombramientos políticos, la incertidumbre sobre su continuidad añade un interés particular al evento.
Un sistema con peculiaridades únicas
A diferencia de otros países, en México los participantes de la REC asumen los costos de viaje y alojamiento de su propio bolsillo. Esto crea una dinámica desigual entre quienes representan a México en países cercanos, como Estados Unidos, y aquellos destinados en regiones lejanas, como África o Asia, donde el costo del traslado es considerablemente mayor.
La tradición de realizar esta reunión al inicio del año comenzó como una estrategia para aprovechar los viajes vacacionales de los titulares, aunque hoy la mayoría debe planear su participación específicamente para este evento.
Prioridades en un contexto complejo
El panorama internacional, marcado por la llegada de Trump y sus declaraciones incendiarias, ha llevado a centrar los esfuerzos de la diplomacia mexicana en Estados Unidos. Este enfoque, aunque comprensible, deja a México vulnerable en otras áreas críticas de la política exterior.
En un contexto donde las posiciones multilaterales y bilaterales han sido descuidadas, la REC representa una oportunidad para reequilibrar la estrategia diplomática. Es fundamental fortalecer nuestras relaciones más allá de Norteamérica, diversificando los vínculos en Asia, Europa, África y América Latina.
La deuda pendiente con el Servicio Exterior Mexicano
El SEM enfrenta desafíos estructurales que necesitan atención urgente:
- Falta de personal de carrera: Se requiere una renovación que garantice una representación profesional y efectiva.
- Presupuesto insuficiente: Las condiciones laborales del SEM y los empleados locales en el extranjero son precarias, especialmente en la Rama Técnico Administrativa, cuyos salarios en muchos casos no superan la línea de pobreza.
- Empoderamiento de comunidades en el extranjero: En lugar de un enfoque paternalista, es momento de fortalecer el desarrollo social, económico y político de las comunidades mexicanas, particularmente en Estados Unidos.
Un llamado a la acción: el futuro de la diplomacia mexicana
La REC 2025 no sólo es una oportunidad para discutir prioridades, sino también para demostrar el compromiso del gobierno con una política exterior sólida y proactiva. La administración de Claudia Sheinbaum tiene la tarea de transformar los desafíos actuales en oportunidades, fortaleciendo al SEM como una herramienta clave para el interés nacional.
Con recursos políticos y económicos adecuados, México puede recuperar su posición como un actor relevante en el escenario global.
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