Una tormenta política amenaza con sacudir los cimientos del nuevo gobierno. La investigación contra Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Adán Augusto López en Tabasco y presunto líder del grupo criminal «La Barredora», ha colocado a la presidenta Claudia Sheinbaum ante una disyuntiva crucial que medirá su autonomía y su verdadero compromiso anticorrupción.
El senador y coordinador de Morena, Adán Augusto López Hernández, una de las figuras más poderosas del obradorismo, se encuentra en el ojo del huracán. Su exjefe de seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, es buscado por la Interpol bajo la acusación de ser el «Comandante H», presunto líder de «La Barredora», una célula criminal vinculada al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Mientras López Hernández ha reaparecido en el Senado calificando el asunto de «politiquería», la presión se ha trasladado directamente al Palacio Nacional. La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido cuidadosamente calibrada: por un lado, asegura que «no vamos a cubrir a nadie» y que la investigación contra Bermúdez seguirá su curso; por otro, ha aclarado que, por el momento, «no hay una carpeta de investigación» en contra del propio Adán Augusto.
Esta postura ha sido replicada por su partido. Diputados de Morena en San Lázaro han cerrado filas, descartando crear una comisión especial para investigar al senador, argumentando que, a diferencia del caso de Genaro García Luna, su gobierno sí está actuando contra el subordinado.
La primera prueba de fuego para Sheinbaum
Este escándalo no es un asunto menor. Representa la primera gran prueba de lealtad y autonomía para la presidenta Sheinbaum. Adán Augusto López no es solo un exgobernador; fue Secretario de Gobernación, aspirante presidencial y es un pilar fundamental del movimiento que la llevó al poder. Su manejo de la crisis definirá si su gobierno aplicará su retórica anticorrupción de manera uniforme, incluso contra los suyos, o si la unidad del partido prevalecerá sobre la rendición de cuentas.
El dilema es profundo: permitir que la investigación escale hasta una de las figuras más prominentes de su partido podría arriesgar una fractura interna, pero protegerlo podría costarle una credibilidad invaluable ante una ciudadanía que votó por un cambio y el fin de la impunidad.
«Que se investigue hasta donde sea. Tope hasta donde tope… nosotros no somos iguales». – Arturo Ávila, vocero de los diputados de Morena.
Nexos con el Tren Maya y Huachicol
La gravedad de las acusaciones se profundiza con la filtración de reportes militares. Estos documentos, revelados por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), sugieren que «La Barredora» no solo operaba en Tabasco, sino que presuntamente estaba involucrada en el robo de combustible (huachicol) y buscaba hacer negocios ilícitos con el Tren Maya, uno de los proyectos insignia del gobierno anterior.
Los informes incluso mencionan un plan para reunirse con Javier May, entonces director del proyecto, para vender diésel de procedencia ilícita a la obra. Estas revelaciones añaden una capa de complejidad y elevan las apuestas, conectando la corrupción local con los proyectos federales más importantes.
El público observa atentamente. La forma en que la presidenta Sheinbaum navegue esta crisis determinará si logra forjar su propio liderazgo, distinto al de su predecesor, o si las viejas lealtades y estructuras de poder continúan dictando la agenda política del país. Como señaló un análisis del diario El País, este podría ser el «punto de inflexión» en la transición del «obradorismo» a una nueva era.
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