Sheinbaum atraviesa uno de los momentos más complejos de su administración y, aun así, conserva un 70% de aprobación ciudadana que sorprende incluso a sus críticos, pues refleja una mezcla de confianza, expectativa social y una lectura particular sobre el rumbo del país. La cifra se mantiene estable desde hace dos meses, aunque el nivel de desaprobación creció al 30%, el más alto desde que Sheinbaum asumió la presidencia en octubre de 2024. Ese contraste —apoyo sólido con un desgaste lento pero visible— ha despertado análisis, debates y tensiones entre sectores que buscan entender si este apoyo es un techo, un piso o el preludio de un cambio más profundo en la percepción nacional.
Aprobación estable en medio de un entorno político inestable
El escenario que rodea a Sheinbaum no ha sido sencillo. Durante noviembre, la conversación pública se centró en hechos de violencia, tensiones territoriales y episodios de seguridad que colocaron a la Presidenta en el centro del debate. Sin embargo, el 70% de aprobación registrado permite ver un fenómeno complejo: la ciudadanía sigue confiando en la figura de Sheinbaum, aunque cuestiona áreas específicas del Gobierno Federal.
En la encuesta mensual se preguntó directamente: “¿Aprueba o desaprueba el trabajo de Sheinbaum?”. La respuesta mostró que la mayoría todavía valora positivamente su gestión. Para los analistas, esta cifra está vinculada tanto al estilo cercano de Sheinbaum como a la percepción de continuidad que muchos electores esperaban.
Violencia en Michoacán: un parteaguas para la percepción ciudadana
La discusión pública se intensificó tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, un hecho que expuso fallas en los protocolos de seguridad y generó cuestionamientos hacia la estrategia federal. A pesar de ello, la aprobación general hacia Sheinbaum no se desplomó, lo que sugiere una separación entre el desempeño presidencial y la evaluación de áreas operativas específicas.
De hecho, el 87% de los encuestados supo del crimen, y casi la mitad consideró que las investigaciones del caso se han manejado mal. Aun así, el respaldo general a Sheinbaum se mantuvo. Esta dualidad muestra cómo una parte importante de la ciudadanía distingue entre su figura presidencial y las responsabilidades de otras dependencias.
Episodio de acoso: un evento que cambió el tono de la conversación
Otro momento relevante ocurrió cuando Sheinbaum fue acosada por un hombre en la vía pública mientras se dirigía a una reunión oficial. El hecho fue grabado, difundido y discutido por todos los medios nacionales. El 72% de la población afirmó haberse enterado del caso, lo que transformó el evento en un eje central del debate público.
Curiosamente, este episodio sí favoreció la percepción hacia las medidas de seguridad de Sheinbaum y hacia su propio manejo del incidente. La mayoría calificó como “bien” o “muy bien” tanto la protección recibida como su decisión de denunciar al agresor. Este matiz reforzó la imagen de Sheinbaum como figura firme y dispuesta a respaldar institucionalmente a mujeres víctimas de violencia.
La marcha de la Generación Z: señales de un nuevo movimiento social
En medio de esta atmósfera política, la llamada “Marcha de la Generación Z” tomó las calles con simbología juvenil y mensajes digitales. Aunque la narrativa giró hacia la participación juvenil, el movimiento fue diverso en edades y perfiles sociales. El 77% de los encuestados dijo estar enterado de la protesta, lo que la convierte en una de las manifestaciones más visibles del año.
La marcha representó un mensaje directo hacia la administración: los jóvenes y los nuevos votantes están observando con atención cada acción del Gobierno Federal. Para Sheinbaum, estos grupos representan tanto una oportunidad como un reto: deben sentirse escuchados y atendidos, pues también son parte del 70% que hoy la respalda.
Storytelling: el pulso de un país dividido pero expectante
Imaginemos una tarde en el Zócalo. Ana, una maestra de secundaria de 42 años, observa las noticias en su teléfono mientras espera el transporte público. Ha vivido cambios políticos, decepciones, promesas y retrocesos. Sin embargo, cuando lee nuevamente que Sheinbaum mantiene un 70% de aprobación, siente algo particular: tranquilidad mezclada con incertidumbre.
No todo es perfecto, lo sabe. Ha visto la violencia en Michoacán, el acoso a Sheinbaum y las discusiones interminables en redes. Pero también cree que la Presidenta tiene firmeza y que sabe escuchar. Para Ana, Sheinbaum es un punto de estabilidad en un país que cambia a diario.
A unas calles de ahí, Carlos, un joven de 23 años que asistió a la Marcha de la Generación Z, tiene otra sensación. Él respeta a la Presidenta, pero piensa que el país necesita decisiones más rápidas, reformas más profundas y estrategias más visibles. No quiere que la aprobación del 70% se convierta en una zona de confort. Para él, Sheinbaum es una líder capaz, pero su Gobierno debe responder a las nuevas dinámicas sociales.
Esta combinación de emociones —confianza y exigencia— explica por qué Sheinbaum aparece 15 veces en el debate público, en medios, en encuestas y en conversaciones cotidianas. La figura presidencial está más presente que nunca y su nombre, Sheinbaum, se repite en análisis, columnas, estudios y mesas familiares donde se discute el futuro político del país.
Proyecciones: ¿qué significa realmente el 70%?
Para especialistas en opinión pública, mantener un 70% durante dos meses refleja un Gobierno aún fuerte, pero también un desgaste que podría acelerarse si los episodios de violencia continúan. Sheinbaum sabe que la ciudadanía está pendiente de cada decisión y que las cifras pueden variar según el comportamiento institucional del país.
La clave, coinciden analistas, será la capacidad de Sheinbaum para adaptarse al ritmo cambiante de la opinión pública, fortalecer su narrativa presidencial y atender directamente las áreas que más preocupan a la población: seguridad, economía y transparencia.


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