Las narrativas en la política: más que simples historias
Las historias no solo se cuentan, también se viven. Cada conflicto, crisis o enfrentamiento político está anclado en narrativas que determinan cómo lo entendemos y cómo reaccionamos ante él. Lo interesante es que estas narrativas no solo describen la realidad, sino que también la construyen.
Dennis Ross, diplomático y negociador estadounidense, escribió en su libro The Missing Peace sobre las tres narrativas presentes en las negociaciones entre Israel y Palestina: la israelí, la palestina y una narrativa árabe que se entrelazaba con la segunda sin ser idéntica. Sin embargo, había una omisión clave: su propia narrativa.
Aquí surge una pregunta fundamental: ¿somos realmente conscientes de la forma en que interpretamos el mundo a través de nuestras propias historias? Porque el conflicto no ocurre únicamente en el exterior, sino dentro de nosotros mismos.
Narrativas y conflictos: el papel de la percepción
El Instituto para la Integración Transicional (IFIT), un centro de pensamiento dedicado a la resolución de conflictos, sostiene que las narrativas juegan un papel central en la construcción y gestión de conflictos. Definen la identidad de los grupos, sus quejas, sus aspiraciones y la forma en que perciben a los otros.
Cuando una narrativa se simplifica, puede intensificar la polarización y llevar a la violencia. En cambio, cuando es compleja y plural, puede ayudar a encontrar puntos en común y construir caminos hacia la paz.
El reto es claro: ¿cómo transformar narrativas que dividen en discursos que construyan? Para entenderlo, es necesario explorar cuatro factores clave.
Los cuatro elementos esenciales del trabajo narrativo
1. Reflexividad: somos parte de la historia
Las narrativas no son relatos ajenos, sino que nos atraviesan y moldean. Creemos en ellas porque nos dan identidad y sentido. No se trata solo de reconocer qué historias nos cuentan, sino de analizar cómo participamos activamente en ellas, cómo las reproducimos y de qué manera nos afectan.
Toda transformación narrativa debe comenzar con una profunda autorreflexión, un proceso en el que se cuestionan nuestras propias creencias y la forma en que interpretamos los eventos que nos rodean.
2. Componentes narrativos: los cimientos del discurso
No basta con contar historias, también es necesario analizar sus estructuras. ¿Quiénes son los héroes y los villanos en nuestras narraciones? ¿Qué arcos narrativos seguimos? ¿Qué partes omitimos?
Cada historia tiene personajes, conflictos, resoluciones y estrategias discursivas. Comprender estos elementos nos permite desbloquear nuevas perspectivas y encontrar formas más efectivas de comunicar y resolver conflictos.
3. Legitimación política: el poder de las historias
Las narrativas no son neutrales. Se construyen con un propósito: legitimar ciertas visiones del mundo y deslegitimar otras. Cada discurso político o mediático tiene una intención subyacente, ya sea reforzar una ideología, justificar una acción o influir en la opinión pública.
Identificar estos mecanismos nos permite cuestionar qué discursos defendemos y por qué, así como detectar cuándo una narrativa está siendo utilizada para manipular o polarizar.
4. Aplicación en temas internacionales: el mundo contado en historias
El 2025 está marcado por narrativas en conflicto. Desde la posible reelección de Donald Trump hasta las tensiones en Medio Oriente, Ucrania o Asia, las historias que se cuentan sobre estos eventos determinan cómo se perciben y cómo se abordan.
México no escapa de esta lógica. Las narrativas sobre narcotráfico, seguridad, migración y comercio han influido en la relación con Estados Unidos y la Unión Europea. Se ha construido la idea de que México es un país sumido en la anarquía, lo que ha llevado a algunos sectores en Washington a considerar una intervención.
Lo interesante es que esta percepción no surge solo de hechos concretos, sino de la forma en que los medios, los líderes políticos y la sociedad han contado la historia de México.
Narrativas y poder: moldeando el futuro de la política global
El desafío actual no es solo reconocer las narrativas existentes, sino preguntarnos cómo podemos cambiarlas. Un conflicto puede escalar o resolverse dependiendo de cómo se cuente.
Si queremos construir sociedades más inclusivas y menos polarizadas, es fundamental apostar por narrativas complejas, que reconozcan la diversidad de perspectivas y promuevan el diálogo en lugar del enfrentamiento.Porque al final del día, las historias que elegimos contar determinan el mundo en el que vivimos.
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