El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que hasta 2021 gobernaba importantes municipios del Estado de México, vio sus bastiones históricos, Toluca y Tlalnepantla, pasar a manos de Morena en un revés inesperado que reconfiguró el mapa político mexiquense. Esta historia no solo refleja una pérdida electoral, sino que también deja lecciones sobre los efectos de la soberbia política, las malas decisiones y los conflictos internos que, al final, pasaron factura.
La experiencia en estos municipios muestra cómo los excesos y la falta de autocrítica pueden llevar a un partido a perder la confianza de la gente. Aquí te contamos cómo el PRI pasó de controlar dos de los municipios más importantes del Estado de México a verlos caer en manos de sus adversarios políticos.
Toluca: cuando la soberbia y los abusos políticos eclipsan una administración
Toluca, la capital del Estado de México, era un fuerte bastión del PRI hasta que en 2021 el partido perdió el control ante Morena. Aún así, en lugar de una estrategia clara para recuperar la ciudad, la administración de Raymundo Martínez Carbajal se llenó de conflictos, escándalos y decisiones polémicas que debilitaron su posición.
Desde el inicio de su gestión, Martínez Carbajal enfrentó problemas internos y decisiones autoritarias. Uno de sus primeros actos polémicos fue ordenar a la policía municipal que detuviera a trabajadores que exigían el pago de su aguinaldo, una deuda que el anterior alcalde, el morenista Juan Rodolfo Sánchez, había dejado pendiente. Sin embargo, la administración de Martínez prometió cubrir este pago en campaña, lo que generó un gran descontento entre los empleados al incumplir esa promesa.
Este incidente fue solo el principio. Su administración acumuló una gran cantidad de despidos de funcionarios de primer nivel, incluidos algunos por decisiones personales o políticas, entre ellos el de María Elena Barrera Tapia, exalcaldesa de Toluca y exsenadora. Estas decisiones proyectaron una imagen de inestabilidad y desorden en la gestión del municipio.
El escándalo familiar y las acusaciones de abuso de poder
La situación de Raymundo Martínez se agravó cuando un conflicto familiar se convirtió en un caso de abuso de poder. Tras una disputa con su esposa, Viridiana Rodríguez, Martínez ordenó la detención de su suegro, acusándolo de irregularidades en el DIF municipal, donde su hija fungía como presidenta honoraria. Esta acción fue percibida por muchos como una represalia personal y derivó en investigaciones por abuso de autoridad, corrupción y otras acusaciones graves, incluyendo violencia familiar.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) emitió una orden de arresto contra Raymundo Martínez el 18 de enero de 2023 por su presunta responsabilidad en un caso de secuestro exprés, debido a la detención arbitraria de su suegro. Tras estar prófugo durante varios meses, fue capturado, y aunque logró su liberación en marzo, su imagen quedó completamente dañada. Para entonces, ya era evidente que el PRI había perdido el control sobre Toluca para las elecciones de 2023.
Tlalnepantla: el «error de cálculo» de Marco Antonio Rodríguez Hurtado
En Tlalnepantla, el PRI apostó todas sus cartas a Marco Antonio “Tony” Rodríguez Hurtado, confiando en que su figura y liderazgo podrían mantener al partido en este municipio clave. Desde 2021, el partido invirtió recursos y esfuerzos en fortalecer la imagen de Tony Rodríguez, con la esperanza de que Tlalnepantla se mantuviera como un bastión priista en el Estado de México.
Sin embargo, el éxito inicial fue efímero. La administración de Rodríguez se caracterizó por una serie de decisiones erráticas y políticas poco populares que no solo generaron descontento entre los ciudadanos, sino que también le dieron una mala imagen ante sus propios seguidores. La inestabilidad y la improvisación en temas clave como la seguridad y los servicios públicos dañaron su relación con la comunidad.
Al final, la falta de resultados y la percepción de una gestión poco profesional acabaron con las esperanzas del PRI de retener Tlalnepantla, y el electorado le dio el triunfo al candidato de Morena, Raciel Pérez Cruz. Para el PRI, la pérdida de Tlalnepantla fue un golpe duro, ya que el municipio era uno de los más importantes en su estrategia para consolidar su presencia en el Estado de México.
La soberbia y la desconexión: factores clave en la derrota del PRI
Los errores en Toluca y Tlalnepantla reflejan una desconexión entre el PRI y las demandas de la ciudadanía. La falta de autocrítica, la soberbia en la toma de decisiones y la incapacidad de adaptarse a los cambios en el electorado fueron factores determinantes en esta derrota.
El caso de Raymundo Martínez Carbajal es un ejemplo claro de cómo el poder y la falta de responsabilidad pueden llevar a un partido a perder sus principales bastiones. En Tlalnepantla, la situación no fue muy distinta. Las políticas de “Tony” Rodríguez Hurtado no lograron responder a las expectativas de la ciudadanía, y el descontento llevó al electorado a darle una nueva oportunidad a Morena en el municipio.
Lecciones para el futuro: el reto de la autocrítica y la renovación
Para el PRI, la pérdida de Toluca y Tlalnepantla no solo representa un revés electoral, sino una lección importante sobre la necesidad de autocrítica y renovación. Si el partido espera recuperar su relevancia en el Estado de México, deberá enfocarse en construir una nueva estrategia que responda a las necesidades de los ciudadanos y que aborde los problemas de corrupción y falta de liderazgo que han afectado su imagen.
La historia de 2023 muestra que ningún partido es inmune a los errores y que la soberbia puede ser su mayor enemigo. Para recuperar la confianza de los electores, el PRI debe enfocarse en una gestión transparente, comprometida y alejada de los escándalos y las polémicas que definieron estas administraciones.
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