El debate sobre la crisis democrática en México parece centrarse en fechas recientes, desde reformas al Poder Judicial hasta la desaparición de órganos autónomos. Sin embargo, estas acciones no son fenómenos aislados ni sorpresas inesperadas.
El verdadero inicio del desmantelamiento democrático tiene una fecha concreta: el primero de julio de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador alcanzó la presidencia con un respaldo electoral abrumador. Este evento marcó el inicio de una transformación que, para muchos, prometía una renovación del sistema, pero que rápidamente mostró señales de consolidación autoritaria.
El proyecto del 2018: Promesas y realidades
1. La victoria electoral que redefinió las reglas
La elección del 2018 no solo llevó a Morena al poder, sino que consolidó un esquema que, con el tiempo, erosionó las bases de la democracia mexicana:
- Recursos públicos y clientelismo: Una red de programas sociales que fortalecieron el control electoral.
- Captura institucional: Supermayorías en el Congreso, obtenidas en condiciones cuestionables, permitieron cambios estructurales sin oposición real.
2. ¿Qué votaron los mexicanos?
El enojo legítimo con el régimen de la transición democrática llevó a una apuesta por el populismo y el centralismo:
- Expectativas: Mejorar la calidad del sistema político y acabar con la corrupción.
- Resultados: Un retroceso hacia el autoritarismo estatista y la concentración de poder.
Las consecuencias: De la salud a las libertades
1. El precio de la transformación
El modelo de gobierno implementado desde 2018 ha traído consigo impactos tangibles:
- Descomposición de servicios: Los sistemas de salud y seguridad han mostrado un deterioro significativo.
- Represión y control: El uso de fiscalías y organismos de seguridad para intimidar a críticos y opositores.
2. El papel de la propaganda
El discurso oficial ha convencido a muchos de que los problemas actuales no son responsabilidad del gobierno, sino de enemigos imaginarios:
- Narrativas paralelas: Se evitan rendir cuentas mientras se perpetúan crisis estructurales.
- Aceptación popular: Gran parte de la población respalda al régimen gracias a beneficios clientelares.
Lecciones del pasado: Memoria y responsabilidad
1. El error de no señalar las advertencias
Muchas voces críticas hoy, apoyaron al lopezobradorismo en 2018 o minimizaron los primeros actos autoritarios. Este autoengaño no solo facilitó el avance del régimen, sino que también creó una narrativa de sorpresa que evita admitir errores pasados.
2. La memoria como clave para romper ciclos
México no puede permitirse olvidar las lecciones de este periodo:
- Reconocer la corresponsabilidad de las élites y la sociedad.
- Evitar repetir los mismos errores en futuros procesos electorales.
El presente: Entender el fondo estructural
1. Oposiciones que mimetizan al oficialismo
La falta de alternativas reales en la oposición refuerza la narrativa de que no hay escape del sistema actual.
2. La indiferencia ciudadana
Mientras una parte de la población se beneficia de paliativos de corto plazo, otra permanece apática, ignorando las implicaciones a largo plazo.
Hacia un futuro diferente
La historia no se repite por sí sola; son los olvidos y la falta de aprendizaje lo que perpetúan los errores. Para romper este ciclo, es necesario:
- Reconocer el inicio del deterioro democrático.
- Señalar responsabilidades sin miedo a la incomodidad.
- Trabajar en construir un proyecto político que priorice derechos, libertades y progreso material.
México no está condenado al atraso. Pero para cambiar el rumbo, debemos mirar de frente las decisiones pasadas y evitar la complacencia con el presente.
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