lunes, diciembre 22, 2025

¿Democracia en crisis? El auge del iliberalismo y su impacto global

La democracia liberal, un sistema político que combina el estado de derecho, las libertades individuales y el voto popular, enfrenta una crisis sin precedentes. En su lugar, surge el iliberalismo, un modelo que, aunque mantiene procesos democráticos formales, despoja a los ciudadanos de derechos y libertades fundamentales.

Líderes como Viktor Orban, Jair Bolsonaro y Donald Trump representan esta tendencia, caracterizada por el debilitamiento de las instituciones democráticas y un discurso que mezcla populismo con autoritarismo. Este artículo explora el origen del iliberalismo, su impacto global y las lecciones que México puede extraer de este fenómeno.


El nacimiento de la democracia liberal y sus contradicciones

El término «democracia liberal» fue acuñado en la década de 1860, en respuesta al cesarismo de Napoleón III, un despotismo que surgió de un sistema democrático. Este modelo buscaba equilibrar el poder popular con garantías constitucionales como el estado de derecho y la libertad de prensa.

Sin embargo, la democracia liberal nunca estuvo exenta de contradicciones. Uno de sus mayores desafíos ha sido la desigualdad socioeconómica, que ha erosionado las clases medias y, con ellas, la confianza en el sistema. En este contexto, el neoliberalismo de finales del siglo XX exacerbó estas brechas, preparando el terreno para el auge del iliberalismo.


El iliberalismo: definición y líderes emblemáticos

El concepto de «democracia iliberal» fue popularizado por Fareed Zakaria en 1997. Este modelo se caracteriza por:

  • Líderes democráticamente elegidos que ignoran los límites constitucionales.
  • Restricción de derechos fundamentales, como la libertad de prensa y de expresión.
  • Uso del poder para consolidar un control autoritario.

Entre los líderes más representativos del iliberalismo encontramos:

  • Viktor Orban (Hungría): Ha centralizado el poder, restringido la prensa y atacado a las minorías.
  • Jair Bolsonaro (Brasil): Con un discurso populista y antidemocrático, erosionó instituciones clave en su país.
  • Recep Tayyip Erdogan (Turquía): Transformó la democracia turca en un sistema presidencialista con tintes autoritarios.

A diferencia de regímenes como los de China o Corea del Norte, donde nunca hubo un proceso democrático, el iliberalismo utiliza las elecciones como una herramienta para legitimar el poder autoritario.


¿Un fenómeno global o una crisis temporal?

El iliberalismo plantea dos escenarios posibles:

  1. Deslizamiento hacia el autoritarismo: Los regímenes iliberales podrían convertirse en gobiernos fascistas, eliminando por completo las libertades democráticas.
  2. Transición hacia un socialismo liberal: En un giro optimista, estas crisis podrían abrir la puerta a sistemas políticos más igualitarios y participativos.

Lo que está claro es que el iliberalismo no es un fenómeno aislado. Su imitación expansiva preocupa a analistas políticos, quienes ven en este modelo una amenaza para la estabilidad global.


¿Qué lecciones deja el iliberalismo para México?

En un país donde la desigualdad y la polarización política son latentes, es crucial analizar el impacto del iliberalismo. Aunque México ha logrado mantener un sistema democrático formal, ciertas tendencias—como la concentración de poder en el Ejecutivo y los ataques a las instituciones autónomas—reflejan dinámicas similares a las de los regímenes iliberales.

Acciones clave para evitar el iliberalismo en México:

  1. Fortalecer las instituciones democráticas: Proteger a organismos autónomos como el INE y la Suprema Corte.
  2. Promover la educación cívica: Crear conciencia sobre la importancia de las libertades individuales y la participación ciudadana.
  3. Combatir la desigualdad: Abordar las raíces económicas que erosionan la confianza en el sistema democrático.
  4. Fomentar un diálogo político plural: Reducir la polarización para evitar discursos populistas y autoritarios.

Reflexión final: ¿hacia dónde vamos?

El iliberalismo no es solo un desafío político; es un llamado a reflexionar sobre las fallas estructurales de la democracia liberal. Mientras no se atiendan problemas como la desigualdad y la concentración de poder, este modelo seguirá ganando terreno, poniendo en riesgo las libertades que sustentan nuestras sociedades.

Para México, el camino está en fortalecer sus instituciones, promover la justicia social y garantizar que la democracia no sea solo una formalidad, sino un sistema que verdaderamente sirva a todos sus ciudadanos.

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