El poder sin precedentes de la presidenta Sheinbaum
Claudia Sheinbaum inicia su mandato como la presidenta más poderosa de América Latina, un título sustentado por el diseño constitucional que otorga al Ejecutivo federal amplias competencias. Además, su figura se consolida como la cuarta mujer más poderosa del mundo, según rankings internacionales.
Sin embargo, este poder carece de contrapesos claros. La centralización y la prohibición han sido herramientas visibles, como se demostró con las restricciones sobre los vapeadores y el uso de la prisión preventiva oficiosa como castigo. Esta acumulación de competencias plantea la pregunta: ¿hasta dónde llegará el autocontrol presidencial para evitar caer en un modelo autoritario?
Una economía sin margen de maniobra
El arranque del sexenio está condicionado por la herencia económica de su predecesor, marcada por:
- Excesos presupuestales: Un gasto expansivo que dejó las finanzas públicas con poco margen para maniobras audaces.
- Dependencia estructural: Las exportaciones hacia Estados Unidos y las remesas de los migrantes son pilares económicos que limitan la autonomía financiera del gobierno.
Para sostener programas expansivos, el gobierno ha explorado fuentes alternativas de ingreso, como el comercio electrónico y los cruceros, pero estas medidas parecen insuficientes frente a los desafíos estructurales.
El dilema de las reformas centralizadoras
El anclaje político de la presidenta Sheinbaum en el proyecto de la Cuarta Transformación (4T) la obliga a defender reformas que centralizan aún más el poder. Aunque estas iniciativas podrían fortalecer electoralmente a Morena, no resuelven problemas estructurales como:
- Seguridad: La violencia continúa siendo el talón de Aquiles, con asesinatos como el de un magistrado en Acapulco y un diputado en Zongolica demostrando la incapacidad del Estado para garantizar el orden.
- Productividad: Las reformas no fomentan un dinamismo económico ni un modelo de desarrollo sostenible.
La implementación de estas políticas centralizadoras podría resultar en un aparato estatal menos eficiente y más vacilante, lejos de los objetivos iniciales de transformación.
La influencia de Estados Unidos: un puente estrecho
México se enfrenta a la presión externa de su principal socio comercial:
- Dependencia económica: Las exportaciones y las inversiones estadounidenses son pilares de la balanza comercial mexicana.
- Remesas: El dinero enviado por migrantes sostiene la economía de muchas regiones, a pesar de las políticas que generaron su migración.
La llegada de Donald Trump trae consigo la posibilidad de políticas más hostiles hacia las remesas y la inversión. Además, el nombramiento de una triada clave en Washington (Rubio, Landau y Johnson) pone énfasis en mejorar la seguridad en México, un tema que podría estrechar aún más los márgenes de maniobra de Sheinbaum.
La paradoja del poder en México
El caso de Sheinbaum refleja una paradoja poliédrica:
- Mucho poder, pero poca capacidad de acción: La centralización permite someter órganos como el INE, pero no garantiza resolver problemas fundamentales como la inseguridad.
- Expectativas internacionales: La presión externa para generar resultados rápidos en temas como seguridad añade tensiones a un gobierno ya limitado económicamente.
- Dependencia interna y externa: Mientras el gobierno busca consolidar su agenda, la realidad económica y la presión de Estados Unidos restringen su margen de maniobra.
¿Hacia dónde se dirige el gobierno de Sheinbaum?
El inicio de este sexenio es una oportunidad para reflexionar sobre cómo usar el poder de manera eficiente y justa. México enfrenta desafíos complejos que requieren soluciones integrales, no solo centralización.
El poder, como señala la frase, “es para poder”. Enfrentar la inseguridad, mejorar las finanzas públicas y mantener relaciones internacionales sólidas serán los verdaderos retos del mandato de Claudia Sheinbaum.
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