Un mensaje firme desde Pekín en un momento de redefiniciones geopolíticas

Xi Jinping, sostuvo una conversación telefónica con el mandatario estadounidense Donald Trump, durante la cual reafirmó que el “retorno de Taiwán a China” es una condición histórica y política clave para la estabilidad del sistema internacional. La llamada, confirmada por la agencia estatal Xinhua y por funcionarios de la Casa Blanca, ocurre en un contexto de reacomodos diplomáticos tras meses de tensiones comerciales que marcaron la relación entre ambas potencias.

Según el reporte oficial, Xi recordó que China y Estados Unidos fueron aliados durante la Segunda Guerra Mundial y subrayó que ambos países tienen la responsabilidad de “salvaguardar los resultados” de ese periodo histórico. Desde la visión de Pekín, la cuestión taiwanesa forma parte de ese legado y no está sujeta a negociación.

La conversación es particularmente relevante debido al momento geopolítico: Estados Unidos ajusta su estrategia en Asia-Pacífico, mientras China intenta proyectar una imagen de estabilidad y reafirmar su posición sobre su integridad territorial, un concepto que incluye explícitamente a la isla de Taiwán.

Xi Jinping y su postura ante Taiwán: un asunto de soberanía irrenunciable

La narrativa de Pekín es clara: Taiwán es parte de China. Xi reiteró que su gobierno no descarta el uso de la fuerza para asegurar la unificación, aunque sigue apostando por una resolución pacífica. Taiwán, por su parte, mantiene su posición de que solo el pueblo taiwanés puede decidir su futuro, rechazando cualquier intento de anexión unilateral.

Esta discrepancia es uno de los principales puntos de tensión entre ambas superpotencias. Para China, el respaldo militar y político de Washington a Taipéi constituye una violación del principio de “una sola China»; para Estados Unidos, apoyar a Taiwán es una cuestión estratégica en el equilibrio asiático.

Aun así, la reciente comunicación entre Xi y Trump sugiere un intento de reducir tensiones y estabilizar el vínculo bilateral, en especial en un año donde las prioridades de seguridad global se han reconfigurado.

Relaciones China-Estados Unidos: de la tensión al diálogo renovado

La última reunión entre Xi y Trump ocurrió el 30 de octubre en Corea del Sur, tras meses marcados por fricciones comerciales, restricciones tecnológicas y movimientos militares en el Indo-Pacífico. Sin embargo, desde ese encuentro se han observado señales de moderación:

• China reanudó la compra de soja estadounidense, un punto clave del comercio bilateral.
• Pekín detuvo sus restricciones ampliadas a las exportaciones de tierras raras, minerales estratégicos para la industria tecnológica.
• Estados Unidos redujo en 10% los aranceles impuestos a productos chinos.

Xi aseguró durante la llamada que las relaciones bilaterales se han “estabilizado y mejorado”, y enfatizó que la cooperación beneficia a ambos países, mientras que la confrontación ha demostrado ser perjudicial para sus economías y para el clima global de estabilidad.

Una agenda que incluye Ucrania y la seguridad global

Además del tema taiwanés, la guerra en Ucrania fue otro de los puntos clave de la conversación. Xi reiteró que China apoya todos los esfuerzos que conduzcan a la paz, y llamó a que todas las partes involucradas trabajen para reducir diferencias y avanzar hacia una solución diplomática.

Aunque China no respalda explícitamente a Rusia en el tablero internacional, tampoco se suma a las sanciones occidentales. Su postura se ha mantenido como la de un actor que busca posicionarse como mediador global, una estrategia alineada con sus intereses de crecimiento e influencia.

Para Estados Unidos, el diálogo con China sobre Ucrania es relevante, especialmente en medio de los avances diplomáticos impulsados por la administración Trump en su propio plan de paz.

Un mensaje para Washington en medio de un tablero global cada vez más complejo

La llamada telefónica deja en claro que China busca reforzar dos mensajes principales:

1. La soberanía sobre Taiwán no es negociable.
2. La cooperación con Estados Unidos es posible, siempre que se respeten los principios estratégicos de Pekín.

El equilibrio entre estos dos puntos será determinante para definir el rumbo de las relaciones bilaterales en los próximos meses. La estabilidad económica, la seguridad regional y la competencia tecnológica seguirán marcando la agenda, pero este intercambio muestra que ambos países buscan mantener canales diplomáticos abiertos en lugar de profundizar la confrontación.

La conversación también envía una señal al resto de la comunidad internacional: las dos potencias más influyentes del planeta están dispuestas a mantener un diálogo continuo en momentos en que múltiples crisis globales requieren coordinación.

Las declaraciones de Xi Jinping refuerzan la posición histórica de Pekín respecto a Taiwán y subrayan que el tema seguirá siendo un punto crucial en la relación con Estados Unidos. Sin embargo, el tono de la conversación y los gestos recientes de cooperación económica apuntan a un escenario donde ambas potencias buscan evitar una escalada y reconstruir confianza. En un mundo tensionado por conflictos y rivalidades, el diálogo entre China y Estados Unidos es más determinante que nunca para la estabilidad global.