En un régimen tan hermético como el chino, una ausencia de apenas dos semanas puede hacer temblar los cimientos de la percepción pública. Xi Jinping, líder supremo del Partido Comunista Chino (PCC), lleva días sin aparecer públicamente, y eso, para los estándares del control mediático estatal, es una eternidad.
El origen del rumor: un post de Trump y el eco en Pekín
Todo comenzó el 30 de mayo, cuando Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, lanzó una bomba en su red social Truth. Afirmó que los altos aranceles impuestos a China durante su gobierno habían provocado “disturbios civiles”. Aunque no ofreció pruebas, el mensaje encendió las alarmas entre analistas y periodistas.
La reacción fue inmediata. Expertos chinos y estadounidenses comenzaron a preguntarse si algo más ocurría tras bambalinas en Pekín. Las fuentes consultadas hablaron de fábricas cerradas y protestas apagadas antes de que estallaran, como suele ocurrir bajo el implacable aparato de censura chino.
Pero hubo un detalle más inquietante: la última foto pública de Xi Jinping data del 19 de mayo. Desde entonces, ni una imagen, ni un video, ni una aparición oficial. Sólo un artículo publicado en la revista oficial Qiushi, sin firma directa ni fecha de redacción clara.
Silencio estratégico o fractura interna en el PCC
En el centro de los rumores hay una afirmación potente: “Las élites del PCC están intentando forzar la dimisión de Xi Jinping”. Esta versión, que circula en los círculos de poder de Beijing, se sostiene en la creciente presión económica y el descontento silencioso de una burocracia agotada por la falta de resultados concretos.
La economía china no atraviesa su mejor momento. El índice manufacturero (PMI) cayó en mayo a 48,3 puntos, el peor nivel desde 2022. Las promesas de prosperidad que Xi repitió durante años parecen tambalear ante la realidad de un país cada vez más aislado comercialmente y con menos margen de maniobra geopolítica.
¿Qué puede pasar en la próxima reunión del Politburó?
Se espera que en la próxima reunión del Politburó o del Comité Central del PCC, Xi Jinping reaparezca. Si no lo hace, el silencio se convertirá en mensaje. La posibilidad de una sucesión pactada —o forzada— gana fuerza entre quienes observan de cerca los movimientos del partido.
En la historia reciente de China, ningún líder había desaparecido por tanto tiempo sin dejar rastro. El control que tiene Xi sobre los medios y el partido lo hacía omnipresente. Por eso, su ausencia resulta tan ruidosa.
Un poder en juego, un mundo atento
La figura de Xi Jinping ha sido clave en la consolidación de China como potencia global. Pero el poder absoluto tiene sus riesgos: cuando tambalea, el vacío puede arrastrar consigo a todo el sistema.
Mientras tanto, Occidente observa. Si algo se quiebra dentro del PCC, las consecuencias económicas y geopolíticas podrían sentirse en todo el mundo.
¿Volverá Xi con una imagen fuerte, rodeado de militares o niños, como suele hacer? ¿O asistimos al inicio del fin de su era?
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