Una investigación ha revelado una escalofriante realidad: los teléfonos móviles en Corea del Norte están diseñados para espiar a sus propios dueños. Un dispositivo sacado del país en secreto demostró que el sistema toma capturas de pantalla de la actividad del usuario cada cinco minutos, sin que este lo sepa.
En el país más hermético del mundo, la vigilancia estatal ha alcanzado un nivel distópico que parece sacado de una novela de George Orwell. Una investigación conjunta de la BBC y el medio surcoreano Daily NK ha analizado un teléfono inteligente sacado de contrabando de Corea del Norte, revelando que estos dispositivos son, en realidad, sofisticadas herramientas de espionaje diseñadas para monitorear y controlar a cada ciudadano.
La característica más alarmante y con mayor potencial viral es simple y aterradora: el teléfono está programado para tomar, de forma automática y secreta, una captura de pantalla de la actividad del usuario cada cinco minutos.
Un espía que no puedes apagar
Este sistema de vigilancia es total y omnipresente. Las capturas de pantalla se almacenan en una carpeta oculta dentro del dispositivo, a la cual el usuario no puede acceder ni visualizar. Solo las autoridades estatales tienen la capacidad de recuperar estos archivos, lo que les proporciona un registro visual completo y permanente de todo lo que una persona hace con su teléfono: los mensajes que escribe, las aplicaciones que abre y el contenido que consume.
«Los smartphones son ahora parte integrante de la forma en que Corea del Norte intenta adoctrinar a la gente», explicó Martyn Williams, experto en tecnología norcoreana del Stimson Center.
El control del pensamiento a través del autocorrector
Pero la vigilancia no es solo pasiva. El software del teléfono está diseñado para ser una herramienta activa de guerra psicológica y control del pensamiento. El sistema de autocorrección no solo sugiere palabras, sino que impone la ideología del régimen:
- Si un usuario intenta escribir «Corea del Sur», el texto se cambia automáticamente a «Estado títere», el término propagandístico que usa Pyongyang para referirse a su vecino.
- Si se escribe la popular expresión surcoreana «Oppa» (usada para referirse a un hermano mayor o novio), el teléfono la reemplaza por «Camarada» y muestra una advertencia al usuario.
«El teléfono está tomando una captura de pantalla cada cinco minutos más o menos, pero el usuario no puede abrir estos archivos, solo las autoridades pueden.» – Corresponsal de la BBC durante el análisis del dispositivo.
Este sistema obliga a los ciudadanos a convertirse en sus propios censores. El conocimiento de que cualquier acción puede ser registrada en cualquier momento genera un estado de paranoia que previene la disidencia antes incluso de que pueda formarse.
El control es absoluto. Los teléfonos están físicamente sellados para impedir modificaciones de hardware, no tienen acceso a la red global de Internet y solo pueden recibir contenido aprobado por el Estado. Intentar saltarse estas restricciones es un delito grave. Según informes de derechos humanos, un joven de 22 años fue ejecutado públicamente por el simple hecho de escuchar y compartir música y películas surcoreanas. En Corea del Norte, el «Gran Hermano» no solo te vigila, vive en tu bolsillo.


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