La designación del senador Marco Rubio como próximo secretario de Estado de Estados Unidos sugiere un reposicionamiento de América Latina en la agenda del presidente Donald Trump. Sin embargo, cualquier entusiasmo inicial debe moderarse ante los múltiples desafíos que enfrenta la región y la complejidad inherente de sus problemas políticos, económicos y sociales.
Desde la lucha contra el narcotráfico hasta la tensión con regímenes autoritarios, el enfoque de Trump estará condicionado por los límites del poder estadounidense y los riesgos de un discurso confrontacional que podría beneficiar a sus adversarios en la región.
América Latina: ¿una prioridad real o un recurso retórico?
La última vez que un presidente estadounidense priorizó América Latina fue durante el mandato de George W. Bush. Sin embargo, la negativa de líderes como Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005 marcó un quiebre en las relaciones.
Para Trump, tratar con América Latina será más complicado que los slogans de campaña. Su política estará condicionada por:
La guerra en Ucrania: Un abandono de Ucrania afectaría el prestigio de EE.UU. y alentaría a gobiernos latinoamericanos a acercarse a China y Rusia.
El populismo antiimperialista: Trump podría convertirse en el blanco perfecto para que líderes populistas refuercen su narrativa antiestadounidense.
El reto de los autoritarismos: Venezuela, Cuba y Nicaragua
Con Rubio al frente de la diplomacia, es probable que EE.UU. intensifique la presión sobre regímenes como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Sin embargo, el éxito dependerá de una estrategia precisa y enfocada.
Lecciones del pasado:
- En 2019, la amenaza de intervención militar en Venezuela impulsada por John Bolton terminó reforzando la narrativa del régimen de Maduro.
- Las sanciones económicas, aunque efectivas a corto plazo, no han generado cambios políticos significativos.
La administración Trump debe aplicar máxima presión sobre objetivos específicos, evitando medidas que alimenten la narrativa antiimperialista y generen efectos contraproducentes.
Narcotráfico y criminalidad: un desafío regional
El narcotráfico sigue siendo una de las mayores amenazas para la región. Desde Colombia hasta México, pasando por Ecuador, el impacto del crimen organizado trasciende fronteras y desafía las capacidades de Estados Unidos para abordar el problema de manera integral.
El caso de Colombia: EE.UU. podría ejercer más presión para intensificar la lucha contra el narcotráfico.Sin embargo, esto podría desplazar el problema a Centroamérica y otros países sudamericanos, como Ecuador y Perú, exacerbando la crisis de seguridad regional.
México: una prioridad inevitable para Trump
Independientemente del enfoque hacia América Latina, México tiene un peso estratégico que lo convierte en una prioridad casi interna para Estados Unidos.
Narcotráfico y seguridad: México es clave en la lucha contra los cárteles y el flujo de drogas hacia EE.UU.
Economía y comercio: Cerrar la frontera o imponer aranceles afectaría las cadenas de suministro y dispararía la inflación en ambos países.
Migración: La retórica antiinmigrante podría intensificarse, pero acciones drásticas tendrían un alto costo político y económico.
Para Trump, mantener una relación funcional con México será crucial no solo para sus objetivos en la región, sino también para evitar desestabilizar su propia economía.
¿Qué puede esperar América Latina del nuevo gobierno de Trump?
La política de Trump hacia América Latina dependerá de su capacidad para equilibrar sus objetivos estratégicos con las complejidades de la región. Aunque su administración podría aprovechar la fragmentación de la izquierda y el auge de gobiernos más conservadores, los desafíos del narcotráfico, la criminalidad y los autoritarismos requieren una estrategia más sofisticada que la intimidación y la retórica.
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