Una llamada telefónica de 45 minutos se convirtió en un momento clave en la relación diplomática entre México y Estados Unidos. El pasado 16 de abril, según reveló The Wall Street Journal, el expresidente Donald Trump pidió directamente a la presidenta Claudia Sheinbaum permitir que tropas estadounidenses ingresaran al país para combatir a los cárteles de la droga, especialmente aquellos involucrados en el tráfico de fentanilo.
La conversación, que inicialmente abordaba temas comerciales, escaló en tensión cuando Trump planteó su propuesta. La mandataria mexicana, firme en su postura, rechazó cualquier tipo de intervención militar extranjera: «Cooperaremos con inteligencia, pero no aceptaremos presencia militar directa», aseguraron fuentes cercanas al Ejecutivo.
Una tensión creciente en la frontera compartida
La presión por frenar el tráfico de fentanilo ha escalado la tensión diplomática. Para Trump —quien se perfila como candidato republicano rumbo a las elecciones de 2024— el combate a los cárteles se ha vuelto bandera de campaña. En ese contexto, buscar apoyo de México ha sido estratégico.
Sin embargo, para Claudia Sheinbaum, la defensa de la soberanía mexicana es una línea roja. En su conferencia del 1 de mayo, aclaró que, aunque no se llegó a un acuerdo concreto, ambas partes manifestaron voluntad de colaboración comercial y de seguridad a través de canales diplomáticos.
Más allá de la seguridad: comercio, acero y aluminio en la mesa
La llamada también coincidió con la implementación del 25% de aranceles a componentes automotrices. Sheinbaum destacó que se está trabajando para lograr condiciones justas en sectores como el acero, aluminio e industria automotriz.
“Es una buena señal que sigamos fortaleciendo el tratado T-MEC”, declaró la presidenta, mientras funcionarios clave como Edgar Amador, Marcelo Ebrard, Scott Bessent y Howard W. Lutnick ya están trabajando para destrabar diferencias en comercio bilateral.
México resiste presión militar: ¿nuevo rumbo en política exterior?
El rechazo de Sheinbaum marca un momento histórico. A diferencia de otras administraciones que habían cedido ante presiones norteamericanas, su gobierno busca una cooperación estratégica sin ceder soberanía.Este incidente pone a prueba la capacidad de México para manejar tensiones con su mayor socio comercial y aliado geopolítico. A la par, muestra que el nuevo gobierno mexicano busca priorizar la diplomacia, la inteligencia compartida y el desarrollo industrial nacional sobre acciones militares impuestas desde el exterior.
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