Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos por segunda vez, marcando el inicio de un mandato que promete ser tan disruptivo como su anterior gestión. En su primer día, su discurso inaugural y las acciones anunciadas enviaron señales claras de un cambio radical en la política energética, comercial y territorial, con implicaciones significativas para México y el mundo.
Un día favorable para el peso mexicano, ¿momento pasajero?
En la jornada del lunes, el peso mexicano se fortaleció frente al dólar, cerrando en 20.50 pesos por unidad, su mejor desempeño en meses. Sin embargo, este alivio podría ser temporal. El fortalecimiento se debió más a la expectativa global de políticas comerciales agresivas aún no anunciadas, que a un cambio real en las relaciones económicas entre ambos países.
Trump ha demostrado ser un maestro en la incertidumbre: mientras los mercados respiraban tranquilos por la ausencia inmediata de nuevos aranceles, las amenazas de futuras medidas punitivas permanecen.
El petróleo en la mira: ¿una nueva revolución energética?
Uno de los temas destacados en el discurso de Trump fue su llamado a revitalizar la industria petrolera estadounidense con su frase: “Drill, baby, drill”. Esta postura busca aumentar la producción de petróleo y gas mediante técnicas como el fracking, con el objetivo de consolidar a Estados Unidos como líder mundial en exportación de hidrocarburos.
Durante su primer mandato, Estados Unidos alcanzó una producción de 13 millones de barriles diarios, superando a países como Arabia Saudita. Si esta estrategia se amplifica, los precios globales del petróleo podrían caer significativamente, lo que impactaría a países exportadores como México.
Actualmente, el WTI cotiza por debajo de los 80 dólares, y un aumento en la producción estadounidense podría desplomar aún más los precios, afectando los ingresos de PEMEX y poniendo en jaque la viabilidad de proyectos energéticos nacionales.
Ambiciones territoriales: el Canal de Panamá y más allá
Trump reavivó su narrativa expansionista al mencionar la intención de recuperar el Canal de Panamá, una declaración que evoca los días más imperialistas de la política estadounidense. Aunque no detalló cómo llevaría a cabo esta acción, dejó claro que su administración buscará reafirmar su influencia en América Latina.
Además, en su retórica habitual, insinuó su interés por integrar a Canadá como un “estado” de la Unión Americana y mantener una fuerte presencia en el Ártico. Si bien estas propuestas pueden parecer descabelladas, reflejan una visión de Estados Unidos como una potencia en constante expansión.
Marte, la última frontera: promesas ambiciosas
Trump también utilizó su discurso para prometer que Estados Unidos plantará su bandera en Marte. Aunque puede parecer una fantasía política, la realidad es que las ambiciones espaciales de Estados Unidos son respaldadas por inversiones millonarias y por actores clave como Elon Musk y Jeff Bezos.
La industria espacial ya genera cerca de 700 mil millones de dólares anuales y se proyecta como un motor de innovación tecnológica. Si estas promesas se concretan, podríamos estar ante una nueva era de colonización espacial que redefine el papel de las potencias globales.
México ante un panorama incierto: comercio y relaciones bilaterales
Para México, el regreso de Trump significa un escenario complejo. Las amenazas de aplicar aranceles de hasta 25 % a productos provenientes de México y Canadá, así como la renegociación del T-MEC, ponen en juego la estabilidad comercial de la región.
Además, la cancelación de programas migratorios como CBP One y la reactivación de políticas como “Quédate en México” representan retos humanitarios y logísticos que el gobierno de Claudia Sheinbaum deberá enfrentar con estrategias claras y coordinadas.
Lo que Trump hace importa más que lo que dice
El primer día del segundo mandato de Trump ha dejado una lección clave: su administración priorizará las acciones sobre las palabras. Su enfoque agresivo y su habilidad para generar incertidumbre lo convierten en un líder difícil de predecir, pero con un impacto inmediato en los mercados, la política y la economía global.
Para México, este es un momento de reflexión y estrategia. Colaborar donde sea posible, pero sin ceder en los intereses nacionales, será crucial para enfrentar los retos de los próximos años.
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