Hace cinco años, las calles de Minsk y otras ciudades bielorrusas se llenaron de banderas blancas y rojas. Miles de ciudadanos reclamaban algo tan simple como fundamental: elecciones libres. En lugar de escuchar, el régimen de Aleksandr Lukashenko respondió con una represión que marcó a toda una generación. Hoy, más de 1.100 personas siguen tras las rejas por atreverse a soñar con democracia.
Un llamado global contra la represión
El Reino Unido, Australia, Canadá y Alemania emitieron un comunicado conjunto exigiendo la liberación inmediata de todos los presos políticos en Bielorrusia. Este mensaje, lanzado en el quinto aniversario de las elecciones fraudulentas de agosto de 2020, recuerda que la represión sigue siendo una realidad diaria.
“Cinco años después, nuestro compromiso con el pueblo bielorruso sigue firme”, afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, prometiendo que la UE no cesará hasta que la democracia sea una realidad en el país.
Elecciones que cambiaron el rumbo
El 9 de agosto de 2020, Lukashenko fue declarado ganador con un 80% de los votos. La oposición y numerosos observadores internacionales denunciaron un fraude masivo. Las calles se llenaron de manifestantes pacíficos, pero las fuerzas de seguridad respondieron con detenciones masivas, violencia y campañas de miedo.
Desde entonces, según la organización de derechos humanos Viasna, más de 100.000 personas han sufrido algún tipo de persecución: cárcel, torturas, deportaciones e incluso muertes.
Voces de la oposición y apoyo internacional
Svetlana Tijanóvskaya, líder opositora en el exilio, agradeció la “clara postura” de Alemania y otros países, subrayando que la lucha continúa hasta que el último preso político recupere su libertad.
La UE ya ha movilizado 170 millones de euros para apoyar a la sociedad civil bielorrusa y planea un paquete de 3.000 millones de euros para cuando llegue la transición democrática.
Un régimen aislado, pero aún poderoso
El apoyo de Lukashenko a la guerra de Rusia contra Ucrania ha reforzado su aislamiento internacional. Sin embargo, su control interno se mantiene gracias a la represión y al apoyo militar ruso. Organizaciones como Amnistía Internacional denuncian que el país vive su punto más bajo en materia de derechos humanos en décadas.
Historias que ponen rostro a la represión
Entre los liberados recientemente está Serguéi Tijanovski, esposo de Tijanóvskaya, encarcelado en 2021 por “organizar disturbios masivos”. Aunque ahora vive exiliado en Lituania, su historia simboliza la resistencia bielorrusa frente a un régimen que busca silenciar toda disidencia.
El futuro de Bielorrusia: esperanza y resistencia
Aunque el camino hacia la democracia sigue bloqueado, la presión internacional, la resiliencia de la sociedad civil y la atención mediática global son señales de que el cambio, aunque lento, sigue en marcha.


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