El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, anunció que su gobierno restablecerá las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, interrumpidas desde 2008 durante el mandato de Evo Morales. El anuncio marca un cambio histórico en la política exterior boliviana y podría redefinir los vínculos del país andino con Occidente.
Paz, de 58 años y de tendencia centroderechista, obtuvo la victoria en el balotaje presidencial con el 54.5% de los votos, frente al exmandatario Jorge Quiroga. En su primera conferencia de prensa tras el triunfo, aseguró que su administración buscará “reinsertar a Bolivia en el escenario internacional”, tras años de aislamiento diplomático y alianzas centradas en Venezuela, Cuba, Nicaragua y Rusia.
Un giro en la política exterior boliviana
“El caso puntual de Estados Unidos es prioritario. Esa relación se va a retomar”, afirmó el mandatario electo, subrayando que ya se han iniciado conversaciones preliminares con autoridades de Washington.
El anuncio representa un punto de inflexión para la política boliviana. Desde hace 16 años, el país no tiene representación diplomática formal con Estados Unidos, luego de que en 2008 Evo Morales expulsara al embajador estadounidense Philip Goldberg, acusándolo de conspirar con sectores opositores. En respuesta, Washington también expulsó al embajador boliviano y las agencias estadounidenses DEA (antidrogas) y USAID (cooperación internacional) fueron obligadas a abandonar Bolivia.
Una nueva etapa en la relación bilateral
La decisión de Paz busca reconstruir puentes diplomáticos y abrir la puerta a una posible cooperación económica, tecnológica y en materia de seguridad. Según el presidente electo, el restablecimiento de la relación no solo será simbólico, sino estratégico.
“Bolivia no puede seguir aislada del mundo. Necesitamos recuperar la confianza internacional, atraer inversiones y fortalecer nuestras instituciones democráticas”, declaró Paz ante medios locales.
En Washington, el secretario de Estado Marco Rubio calificó el resultado electoral como “una oportunidad de transformación para ambas naciones”, destacando que Estados Unidos está dispuesto a “trabajar con el nuevo gobierno boliviano en temas de desarrollo, comercio y seguridad regional”.
Entre la esperanza y el escepticismo
El anuncio ha generado reacciones encontradas dentro de Bolivia. Analistas políticos y diplomáticos consideran que el restablecimiento de vínculos con Washington podría abrir un nuevo capítulo económico, en especial en sectores como la energía, el litio y el comercio bilateral.
Sin embargo, otros sectores sociales y movimientos vinculados al expresidente Evo Morales han expresado preocupación, al considerar que un acercamiento con Estados Unidos podría representar un retroceso ideológico y una “entrega” a los intereses norteamericanos.
“El pueblo boliviano debe vigilar que este restablecimiento no signifique subordinación”, señaló en redes sociales un dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS).
Un desafío para el nuevo gobierno
Rodrigo Paz, quien asumirá la presidencia el 8 de noviembre, enfrenta ahora el reto de equilibrar la apertura internacional con la estabilidad interna. Además de Estados Unidos, el nuevo mandatario ha prometido fortalecer lazos con países vecinos y con la Unión Europea, en busca de diversificar los socios estratégicos de Bolivia.
Los observadores internacionales destacan que el cambio de rumbo diplomático podría mejorar la percepción de Bolivia ante inversionistas extranjeros, en especial en un momento en que el país busca reactivar su economía y estabilizar su moneda.
Entre la reconciliación y el pragmatismo
El anuncio de Rodrigo Paz no solo simboliza la reconciliación entre La Paz y Washington, sino también un mensaje de pragmatismo político. Después de más de una década marcada por tensiones ideológicas y aislamiento diplomático, Bolivia parece dispuesta a recuperar su lugar en el escenario global.
De concretarse, la reanudación de relaciones con Estados Unidos marcará el fin de una era y el comienzo de otra, donde la diplomacia, el comercio y la cooperación podrían volver a ser los pilares del vínculo bilateral. Para muchos, se trata del primer paso hacia un nuevo ciclo de apertura y modernización en la política exterior boliviana.


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