La policía de Serbia dispersó con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras una multitudinaria protesta en la ciudad de Novi Sad, donde miles de manifestantes se reunieron la noche de este viernes para exigir elecciones anticipadas y denunciar la corrupción en el gobierno del presidente Aleksandar Vucic.
Origen de las protestas en Serbia
Las manifestaciones iniciaron tras el derrumbe del techo de una estación de tren en Novi Sad, ocurrido en noviembre, que dejó 16 muertos. El incidente fue atribuido por la opinión pública a fallas estructurales derivadas de la corrupción, lo que encendió una ola de indignación, especialmente en el sector estudiantil.
Con el paso de las semanas, las protestas se extendieron por todo el país y evolucionaron hacia un movimiento más amplio que exige renovación política y transparencia gubernamental.
Escalada de la tensión en Novi Sad
Durante la protesta del viernes, los manifestantes marcharon hacia la universidad de la ciudad reiterando sus exigencias de elecciones anticipadas. Algunos participantes lanzaron bengalas y botellas contra los agentes, lo que provocó la respuesta policial con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar a la multitud, reportó un periodista de la AFP presente en el lugar.
De acuerdo con las autoridades, 11 policías resultaron heridos y se registraron varios detenidos.
La postura del gobierno serbio
El presidente Aleksandar Vucic acusó a los manifestantes de intentar “amenazar la estabilidad y la seguridad de Serbia”. Además, aseguró que detrás de las protestas existe una “conspiración extranjera”, minimizando la legitimidad de las demandas ciudadanas.
Las movilizaciones también llevaron a la dimisión del primer ministro Milos Vucevic, aunque el funcionario se ha mantenido desafiante en el cargo y ha rechazado la presión para convocar elecciones anticipadas.
Un movimiento en expansión
Las manifestaciones en Serbia, que en varias ocasiones han congregado a cientos de miles de personas, representan uno de los mayores desafíos políticos para el actual gobierno. Analistas consideran que el movimiento estudiantil, sumado a la indignación popular, podría redefinir el panorama político del país si las protestas persisten en las próximas semanas.
La crisis en Serbia refleja un profundo malestar social alimentado por denuncias de corrupción, negligencia estatal y falta de transparencia. Mientras el gobierno de Vucic insiste en que las protestas forman parte de un complot internacional, los manifestantes exigen cambios reales y un proceso democrático renovado. El uso de la fuerza policial, lejos de frenar las movilizaciones, parece haber fortalecido el reclamo ciudadano por un futuro político distinto.


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