El Coliseo de Roma, testigo milenario de fe y sacrificio, vivió un Viernes Santo atípico este 2025: el Papa Francisco, convaleciente tras 38 días de hospitalización por una infección respiratoria, no presidió el tradicional Viacrucis. Sin embargo, su voz resonó con fuerza a través de meditaciones escritas que tocaron los corazones de miles de fieles reunidos en el histórico anfiteatro.
Por tercer año consecutivo, el pontífice no asistió físicamente al evento. Pero a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez su ausencia fue anunciada con antelación, en medio de la incertidumbre sobre su estado de salud.
Un mensaje de fe frente a una economía que descarta
Leídas por el cardenal Baldassare Reina, vicario del Papa en Roma, las meditaciones del Papa Francisco denunciaron con firmeza la lógica deshumanizante que rige al mundo actual. Bajo la idea de la «economía de Dios», el Papa presentó una alternativa espiritual al sistema dominante: una economía que no mata, que no descarta, que es humilde y fiel a la tierra.
“Hemos construido un mundo de cálculos y algoritmos, de frías lógicas e intereses implacables”, escribió el pontífice.
En cada una de las catorce estaciones, se invitó a los fieles a mirar el sufrimiento humano con compasión, y a reconocer la presencia de Cristo en quienes viven al margen, sin voz ni poder.
Plegarias por la paz, la unidad y los invisibles
Las oraciones de cada estación revelaron la profundidad espiritual de Francisco. Elevó súplicas por los migrantes, los olvidados, los privados de libertad y los que viven bajo sistemas injustos. Pidió paz para “la tierra, el aire y el agua”, para quienes sufren y también para quienes causan sufrimiento.
“Concede a tu Iglesia paz y unidad, Señor Jesús, que conoces la fragilidad de nuestro amor”, imploró el Papa en un momento de especial emotividad.
La incógnita sobre su aparición en Pascua
Aunque el Vaticano ha optado por no confirmar oficialmente la participación del Papa en los eventos de Semana Santa, como parte de una nueva política que busca proteger su salud y evitar presiones mediáticas, su aparición sorpresa en la cárcel de Regina Coeli durante el Jueves Santo ha renovado la esperanza.
Francisco se encontró con 70 reclusos, a quienes lavó los pies en una poderosa muestra de humildad y cercanía pastoral, como lo ha hecho cada año desde el inicio de su pontificado.
Los fieles ahora aguardan con expectativa su presencia en la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección. De acuerdo con reportes recientes, el Papa sí planea aparecer desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, lo que marcaría un momento de renovación simbólica para la Iglesia y para millones de creyentes en todo el mundo.
Una cruz compartida
En un tiempo donde el sufrimiento parece global —guerras, migraciones forzadas, pobreza y crisis climática— el mensaje del Papa Francisco resuena como un llamado urgente a la conversión personal y social. Incluso desde la fragilidad de su recuperación, el pontífice volvió a mostrar que el liderazgo espiritual no necesita de presencia física para encender conciencias.
Desde su lecho, Francisco llevó el Viacrucis a las calles del mundo.
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