En una decisión histórica, los líderes de la OTAN han sellado un pacto en La Haya para elevar el gasto en defensa al 5% del PIB de cada país miembro para 2035. El acuerdo, impulsado por la amenaza de Rusia y la presión de EE.UU., redefine la seguridad europea.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha formalizado el mayor incremento en gasto de defensa de su historia. En la cumbre celebrada en La Haya, los 32 líderes de la alianza se comprometieron a destinar anualmente el 5% de su Producto Interno Bruto (PIB) a la defensa y la seguridad para el año 2035, un movimiento que busca fortalecer la disuasión colectiva y adaptar la organización a un entorno de seguridad radicalmente alterado.
Este acuerdo representa una transformación profunda para la alianza, marcando el fin de una era de dependencia en la capacidad militar estadounidense y el comienzo de lo que analistas denominan la «europeización» de la defensa del continente.
La Letra Pequeña del Acuerdo Millonario
El compromiso del 5% no es una cifra monolítica. Según la declaración final de la cumbre, el gasto se dividirá en dos categorías principales, diseñadas para modernizar las fuerzas armadas y fortalecer la resiliencia de la sociedad civil.
* 3.5% para Gastos Básicos de Defensa: Este es el núcleo del acuerdo y se destinará a la compra de material militar avanzado, el mantenimiento de las tropas y el cumplimiento de los objetivos de capacidad de la OTAN. Esto incluye miles de nuevos tanques, sistemas de defensa antiaérea y mejoras en logística y ciberseguridad.
* 1.5% para Inversiones Relacionadas con la Seguridad: Este tramo se enfocará en inversiones de doble propósito, como la mejora de infraestructuras críticas (puertos, aeropuertos, redes de comunicación), la ciberseguridad de instituciones civiles y el fortalecimiento de la cooperación cívico-militar.
Aunque el acuerdo no es jurídicamente vinculante, su incumplimiento conllevaría una «fuerte presión política» y una pérdida significativa de influencia y credibilidad dentro de la alianza, según expertos.
La Sombra de Trump y la Amenaza de Putin
La decisión de la OTAN responde a dos catalizadores principales. Por un lado, la «amenaza a largo plazo que representa Rusia para la seguridad euroatlántica», como se cita en la declaración, ha hecho que la necesidad de una defensa robusta sea ineludible. Por otro lado, la presión constante del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido un factor decisivo.
Trump, quien ha cuestionado repetidamente el compromiso de los aliados europeos con la defensa común, celebró el acuerdo como una victoria personal. «Llevo varios años pidiéndolo», declaró, asegurando que con este pacto «la OTAN va a ser muy fuerte». Su reafirmación de apoyo al Artículo 5 de defensa colectiva durante la cumbre fue vista como una contrapartida a la aceptación del aumento del gasto por parte de los europeos.
«Los aliados se comprometen a invertir anualmente el 5% del PIB en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad, de aquí a 2035, para garantizar nuestras obligaciones individuales y colectivas», señala la declaración oficial de la cumbre de La Haya.
Unanimidad con Fisuras: Las Posturas Nacionales
A pesar de la firma unánime, el camino hacia el 5% revela tensiones subyacentes. España, por ejemplo, mantuvo una postura reticente hasta el final. El presidente Pedro Sánchez argumentó que el 2.1% del PIB que su gobierno planea invertir es «suficiente, realista y compatible» con el modelo social del país, aunque finalmente suscribió la declaración completa. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, calificó la postura española de «seria», pero la falta de un compromiso explícito con la cifra total ha generado críticas.
El presidente francés, Emmanuel Macron, apoyó el incremento del gasto pero lanzó una advertencia velada a Estados Unidos, afirmando que hacer una «guerra comercial en el seno de la OTAN es una aberración».
Este pacto histórico no solo implica un desembolso masivo de fondos públicos, sino que forzará una reestructuración a gran escala de las industrias de defensa europeas y de sus doctrinas militares. Es el primer paso formal hacia una Europa que asume la responsabilidad principal de su propia seguridad en un mundo cada vez más impredecible.


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