La OTAN ha lanzado una misión de emergencia, denominada “Atlantic Sentinel”, en respuesta a una «escalada de actividad militar rusa» cerca de los cables submarinos de datos en el Atlántico Norte, una infraestructura crítica para la economía y las comunicaciones globales.
En una escalada de tensiones que evoca los momentos más álgidos de la Guerra Fría, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha activado una nueva misión de protección de infraestructura crítica denominada «Atlantic Sentinel». La medida, confirmada por fuentes de alto nivel en Bruselas, responde a lo que la inteligencia occidental describe como una «campaña imprudente y sistemática de sabotaje» por parte de Rusia, dirigida a la vulnerable red de cables submarinos que sustentan el internet y las finanzas mundiales.
La decisión se produce tras la detección por parte de Estados Unidos de un aumento significativo de la actividad de buques y submarinos rusos, incluyendo unidades de la notoria Dirección Principal de Investigación de Aguas Profundas (GUGI), en las proximidades de los corredores de datos transatlánticos. Estos cables son las arterias por las que fluye más del 95% del tráfico de internet y se realizan transacciones financieras diarias estimadas en 10 billones de dólares.
Una amenaza híbrida bajo el mar
Expertos en seguridad advierten que la amenaza no es nueva, pero sí su intensidad. Desde la invasión a gran escala de Ucrania, los incidentes sospechosos se han multiplicado. La OTAN ya había reforzado las patrullas en el Mar Báltico tras daños a infraestructuras en la región, culminando en la misión «Baltic Sentry» a principios de 2025. Ahora, el foco se traslada al Atlántico.
«Lo que estamos viendo es una pieza clave en la guerra híbrida del Kremlin contra Occidente», afirmó un funcionario de la alianza que solicitó el anonimato. «No se trata de una confrontación directa, sino de crear caos, disrupción económica y una sensación de vulnerabilidad constante».
La misión «Atlantic Sentinel» se inspira en su contraparte báltica y, según los informes, incluirá:
- Patrullas Navales Intensificadas: Una flota de fragatas y buques de patrulla de varios países miembros vigilará las zonas críticas.
- Vigilancia Aérea y Satelital: Aeronaves de patrulla marítima y sistemas de vigilancia por satélite monitorearán la actividad en superficie y submarina.
- Drones Submarinos: Se desplegará una flota de drones navales para la «vigilancia y disuasión mejoradas» en las profundidades oceánicas.
La respuesta de la alianza y el riesgo de escalada
El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, ha sido contundente en sus declaraciones públicas recientes, aunque sin nombrar explícitamente la nueva misión. «Nuestros adversarios deben saber que la alianza no aceptará ataques a su infraestructura crítica. Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para responder», declaró Rutte tras una reunión con líderes de naciones bálticas.
La preocupación es palpable en el sector privado, que opera la gran mayoría de esta infraestructura. La OTAN ha creado un grupo de coordinación que reúne a militares, gobiernos y empresas de telecomunicaciones para compartir inteligencia sobre amenazas potenciales. Un acuerdo firmado en la primavera de 2024 entre el Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Alemania, Noruega y Dinamarca para proteger la infraestructura del Mar del Norte sentó un precedente para esta nueva fase de cooperación en el Atlántico.
La gran pregunta que pende sobre «Atlantic Sentinel» es qué sucedería si se detecta un acto de sabotaje en curso. Un ataque deliberado a una infraestructura tan vital podría ser considerado un acto de guerra, arrastrando a la alianza a un conflicto directo con Rusia. Por ahora, la estrategia es la disuasión: hacer que la presencia de la OTAN sea tan abrumadora que el riesgo de ser capturado «in fraganti» sea demasiado alto para Moscú.
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