Ius soli e ius sanguinis: los derechos que definen la nacionalidad
El derecho a la nacionalidad se basa en dos principios fundamentales:
- Ius soli (derecho del suelo): Nacionalidad por nacer en un territorio determinado.
- Ius sanguinis (derecho de sangre): Nacionalidad transmitida por ascendencia.
Ambos derechos, reconocidos en la mayoría de las constituciones del mundo, reflejan la evolución histórica de las sociedades, desde los feudos y reinos hasta los Estados modernos. En México, estos principios coexisten, definiendo quiénes son ciudadanos y garantizando derechos esenciales como la identidad y la pertenencia.
La conexión histórica entre México y Estados Unidos
Migración y raíces profundas
Desde tiempos inmemoriales, los mexicanos han migrado al norte, construyendo comunidades que incluso preceden al establecimiento de los Estados Unidos como nación. Tras la cesión del territorio mexicano en 1853 mediante el Tratado de La Mesilla, muchas familias mexicanas nunca abandonaron esas tierras, siendo herederas de una historia que los conecta tanto por el ius sanguinis como por el ius soli.
Estas comunidades no solo han sobrevivido, sino que han contribuido al desarrollo cultural y económico de Estados Unidos, siendo un pilar fundamental en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios.
Las amenazas de deportación masiva y su impacto
La política de Donald Trump
La reciente propuesta del presidente electo Donald Trump de deportar masivamente a personas nacidas en Estados Unidos de padres migrantes viola principios fundamentales del derecho internacional y los derechos humanos.
- Violación del derecho a la identidad: Desconocer el ius soli es atentar contra el derecho básico a una nacionalidad.
- Impacto económico: Deportar a millones de trabajadores significaría un colapso en sectores como la construcción, la agricultura y la industria manufacturera.
Un día sin mexicanos: una realidad económica
La película “Un día sin mexicanos” ilustra cómo la ausencia de esta fuerza laboral indispensable generaría un caos económico en Estados Unidos. Desde la producción agrícola hasta los servicios financieros, la economía estadounidense depende de la mano de obra de generaciones de migrantes y sus descendientes.
México: un reto histórico y una oportunidad de liderazgo
La defensa de los connacionales
México enfrenta un desafío sin precedentes para proteger a sus ciudadanos ante estas amenazas. Las acciones necesarias incluyen:
- Diplomacia activa: Defender el ius soli en foros internacionales.
- Políticas de reintegración: Garantizar oportunidades laborales y educativas para los posibles deportados.
- Apoyo legal: Brindar asesoría jurídica para proteger a los connacionales en Estados Unidos.
El papel del empresariado mexicano
Líderes empresariales han expresado su disposición para integrar a los deportados en sectores productivos. Sin embargo, si las deportaciones masivas llegaran a concretarse, el reto sería monumental, requiriendo una estrategia nacional que impulse la reintegración social y económica.
Los derechos humanos no tienen fronteras
El ius soli y el ius sanguinis son principios que garantizan la identidad y la pertenencia de las personas. Desafiar estos derechos en nombre de políticas migratorias disruptivas no solo es un ataque a los valores universales, sino también una amenaza al progreso multicultural que define a sociedades como la estadounidense. México tiene la responsabilidad de defender a sus connacionales y demostrar que la solidaridad no conoce fronteras. En este momento histórico, el respaldo debe ser contundente y firme, porque más allá de las políticas, la humanidad no puede ser ilegal.
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