La ayuda comenzó a llegar en medio del fuego cruzado, pero la polémica también se encendió. Gaza, asediada y hambrienta, vio un nuevo intento por aliviar el sufrimiento de su gente cuando la Fundación Humanitaria de Gaza, respaldada por Israel y Estados Unidos, anunció la apertura de centros de distribución de alimentos. Sin embargo, el anuncio no estuvo exento de controversia.
En medio de ataques que cobraron la vida de al menos 52 personas, incluidos niños y familias completas, los camiones comenzaron a rodar. La población, agotada por el bloqueo que ha impedido la entrada de comida, medicinas y combustible desde marzo, esperaba una señal de alivio. Algunos vieron esta iniciativa como una luz en medio de la destrucción; otros, como una herramienta política más.
¿Una solución o un instrumento de control?
La ONU y múltiples organizaciones humanitarias han rechazado este nuevo sistema. Denuncian que, lejos de ser una medida neutral, podría representar un intento de manipulación por parte de Israel. «La comida no debe ser un arma», señalaron en un comunicado.
Israel, por su parte, justifica esta nueva estrategia como una forma de evitar que Hamas se apodere de los suministros. Sin embargo, la ONU niega que haya evidencia de desvío significativo de ayuda por parte del grupo armado palestino.
El rostro detrás de la fundación
Jake Wood, exdirector ejecutivo de la Fundación Humanitaria de Gaza, renunció apenas un día antes del inicio de las operaciones. Afirmó que no se le permitiría operar de manera independiente. Su lugar fue tomado interinamente por John Acree. La organización está conformada por exmilitares y antiguos funcionarios humanitarios, y asegura que para el fin de semana alcanzará a un millón de personas.
Los puntos de distribución estarán resguardados por empresas de seguridad privada, una decisión que también ha generado dudas sobre la transparencia del proceso.
Gaza entre bombas y alimentos
El mismo día en que se anunció el inicio del sistema de ayuda, Israel bombardeó una escuela utilizada como refugio en el barrio de Daraj. Según testigos y autoridades de salud locales, al menos 36 personas murieron, incluyendo un hombre y sus cinco hijos. La ofensiva provocó un incendio, cuyas imágenes circularon rápidamente por redes sociales.
El ejército israelí alegó haber atacado un centro de comando de Hamas y Yihad Islámica. Sin embargo, la magnitud del daño civil reavivó las críticas internacionales por el uso de fuerza desmedida en zonas residenciales.
El desplazamiento continúa
Cerca del 90% de la población de Gaza ha sido desplazada, muchas veces en repetidas ocasiones. El conflicto ha dejado más de 54,000 muertos, la mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Mientras tanto, Israel continúa con su ofensiva, prometiendo destruir a Hamas y recuperar a los rehenes del ataque del 7 de octubre de 2023, que dejó más de 1,200 israelíes muertos y 251 personas secuestradas.
Tensión también en Jerusalén
Ese mismo lunes, mientras se activaba la ayuda en Gaza, miles de israelíes ultranacionalistas marchaban en Jerusalén al grito de “muerte a los árabes”. Una escena que resume el combustible político y emocional que mantiene viva esta guerra.
En este escenario, cualquier gesto —incluso la entrega de comida— se convierte en un símbolo de lucha o de control.
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