Cuando intervención militar en Venezuela volvió a aparecer en boca de Donald Trump, el eco resonó de inmediato en Washington, Caracas y toda América Latina. No era una declaración menor ni un simple comentario aislado. El presidente de Estados Unidos afirmó que Nicolás Maduro “tiene los días contados”, reavivando un fantasma que parecía dormido, pero nunca realmente enterrado.
La escena se desarrolló durante una entrevista con Politico. Trump, fiel a su estilo directo, habló sobre el narcoterrorismo, la crisis migratoria y el avance del Tren de Aragua, describiendo un escenario que, según él, exige respuestas más contundentes. Pero cuando le preguntaron sobre el envío de tropas terrestres, respondió con una frase inquietante: “No comento eso”. Un silencio que dijo más que cualquier confirmación.
Era el inicio de una nota que marcaría una jornada diplomática intensa.
Trump, Maduro y una tensión que nunca se apaga
Trump aseguró que el régimen venezolano habría enviado a EE. UU. personas vinculadas a actividades delictivas, una acusación que conecta con su narrativa sobre la frontera y la migración. Habló de criminales, de instituciones psiquiátricas, del narcotráfico y de una estructura criminal continental donde mencionó al Tren de Aragua y al Cártel de los Soles.
Los vínculos personales del presidente también entraron en escena: recordó su relación con comunidades venezolanas en Florida, con especial énfasis en Doral. Allí, dijo, aprendió el peso político y social de la diáspora venezolana, un grupo que lo ha apoyado electoralmente y cuya historia humana alimenta su postura.
Para Trump, el objetivo es que “el pueblo venezolano reciba un buen trato”. Pero sus palabras, enmarcadas en un contexto militar, hicieron que analistas internacionales interpretaran que Washington podría estar abriendo nuevamente la puerta a un cambio de régimen por la fuerza.
La “intervención militar en Venezuela” en el contexto de Lanza del Sur
A mitad de este análisis, la frase intervención militar en Venezuela vuelve a cobrar relevancia al relacionarse directamente con la operación “Lanza del Sur”, un despliegue militar que ha modificado el tablero geopolítico desde noviembre de 2025.
La operación, liderada por el Comando Sur, moviliza al portaaviones USS Gerald Ford y una flota compuesta por destructores, un crucero, un submarino y aeronaves P-8 Poseidón. En total, 15.000 efectivos participan en una campaña contra el narcotráfico y el narcoterrorismo hemisférico.
Es, según analistas, la presencia estadounidense más significativa en el Caribe en más de una década.
El régimen chavista respondió calificando la operación como una “escalada guerrerista”, movilizando 200.000 militares y advirtiendo sobre incidentes en rutas marítimas. Caracas asegura que no permitirá provocaciones, mientras EE. UU. reporta ataques contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico.
El Caribe en alerta y un continente que observa
Los episodios del 1 y 14 de noviembre —que dejaron siete fallecidos en embarcaciones interceptadas— intensificaron la tensión. Washington sostiene que las lanchas transportaban narcóticos y operaban en rutas identificadas por inteligencia naval.
Países aliados, como México, pidieron protocolos específicos para evitar violaciones al derecho internacional, mostrando que la tensión ya no es solo bilateral sino regional.
Al mismo tiempo, politólogos, militares y diplomáticos coinciden en que las palabras de Trump funcionan como un mensaje de presión directa hacia Maduro, pero también como un aviso hacia sus propios aliados: Estados Unidos está listo para escalar si lo considera necesario.
¿Una guerra posible o una estrategia calculada?
Muchos expertos señalan que Trump utiliza ambigüedad estratégica: hablar sin confirmar, insinuar sin comprometerse, dejar abiertas múltiples interpretaciones.
Pero la presencia del USS Gerald Ford, la ofensiva contra el narcotráfico y las declaraciones sobre que Maduro “tiene los días contados” configuran un escenario en el que una intervención militar en Venezuela podría pasar de hipótesis a posibilidad real.
Un futuro incierto donde cada palabra importa
Al finalizar esta nota, queda claro que la frase intervención militar en Venezuela no es un eco del pasado, sino un elemento activo en la estrategia geopolítica de Estados Unidos. Lo que ocurra en los próximos meses dependerá de un juego complejo de diplomacia, presión militar, y la habilidad —o incapacidad— del régimen chavista para manejar una tormenta que ya está en desarrollo.
Y mientras Trump insiste en que Maduro “tiene los días contados”, el continente entero observa, consciente de que un solo movimiento podría redefinir la historia reciente de América Latina.
TE PODRÍA INTERESAR