La madrugada del jueves en Saná, Yemen, dejó de ser rutinaria para convertirse en un nuevo episodio del convulso tablero geopolítico de Medio Oriente. En un ataque aéreo atribuido a Israel, perdió la vida Ahmed al Rahawi, primer ministro hutí. Su muerte provocó un terremoto político y militar: los rebeldes hutíes prometieron “días oscuros” como venganza.
El líder del Consejo Político Supremo, Mahdi al Mashat, no tardó en aparecer en televisión para lanzar un mensaje directo a Benjamin Netanyahu: “No tendrán seguridad nunca más”. La promesa de venganza encendió las alarmas en Tel Aviv y en las cancillerías de todo el mundo.
La respuesta inmediata: amenazas y reorganización
Mientras las cámaras transmitían su discurso, el Consejo hutí anunciaba el nombramiento de Muhamad Meftah como encargado interino del Gobierno. Con ello buscaban dar un mensaje claro: la estructura de poder sigue en pie, a pesar de la pérdida.
Los hutíes, lejos de mostrar debilidad, endurecieron su retórica. Al Mashat llamó a boicotear productos israelíes y advirtió a las empresas extranjeras que abandonaran el país antes de que sea “demasiado tarde”.
Reacciones de Hamas y Yihad Islámica
La muerte de al Rahawi no pasó desapercibida para los aliados de los hutíes. Hamas condenó el ataque y lo calificó como un “crimen terrible”, mientras que la Yihad Islámica Palestina lo consideró un “martirio sagrado” que refuerza la unidad entre palestinos y yemeníes.
La narrativa compartida es clara: Israel es responsable y la respuesta será conjunta, fortaleciendo la alianza entre estos grupos en el marco de la guerra en Gaza.
Escalada de ataques y “días oscuros”
Los hutíes, que controlan Saná desde 2015, ya habían lanzado misiles y drones contra territorio israelí en apoyo a Hamas. Aunque la mayoría fue interceptada, los ataques persistieron hasta horas antes del bombardeo en el que murió al Rahawi.
Israel, por su parte, respondió con bombardeos en infraestructuras clave de Yemen, incluyendo puertos, aeropuertos y hasta el complejo presidencial hutí. Netanyahu advirtió que el grupo rebelde “pagará un precio muy elevado”.
La muerte de al Rahawi es, por tanto, más que un episodio aislado: es la chispa que podría detonar una nueva fase del conflicto regional.
Yemen: entre la guerra y la crisis humanitaria
Detrás de los misiles y los discursos bélicos, Yemen sigue siendo uno de los países más castigados del planeta. Millones de personas enfrentan hambre, falta de medicinas y desplazamientos forzados, mientras las potencias regionales y los grupos armados juegan su propia partida.
La ONU ha descrito la situación como una de las peores crisis humanitarias del mundo, un escenario que solo empeora con cada nueva escalada.


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