Una organización en apuros tras años de conflicto

Tras casi dos años de enfrentamientos con Israel, Hamas atraviesa su peor crisis financiera y administrativa en cuatro décadas. La prolongada guerra, los bloqueos económicos y la reducción del apoyo externo han dejado al movimiento islamista con arcas vacías y serias dificultades tanto para pagar a sus combatientes como para mantener los servicios básicos en Gaza.

La situación es crítica: la rama militar de Hamas, que alguna vez fue conocida por su estructura bien financiada y disciplinada, ya no puede pagar adecuadamente a sus miembros. Según fuentes dentro del gobierno de Gaza, incluso la policía y los trabajadores ministeriales están viendo reducidos o eliminados sus salarios. Se están recortando servicios clave y la capacidad del grupo para gobernar con eficacia se ha debilitado de forma visible.

Las causas del colapso financiero

Diversos factores han contribuido al colapso económico de Hamas. En primer lugar, los bombardeos israelíes constantes han destruido infraestructuras críticas, lo que ha dificultado el comercio, la recaudación de impuestos y la provisión de servicios. Además, muchos de los túneles subterráneos que servían para contrabando de bienes —y generaban ingresos— han sido destruidos por Israel o cerrados por Egipto.

También se ha registrado una disminución del financiamiento externo, particularmente por parte de Irán, uno de sus principales patrocinadores. Con las sanciones internacionales y la presión global, muchos de los canales que alguna vez facilitaron la transferencia de fondos se han visto bloqueados o ralentizados.

Impacto en la rama militar y en la población

La falta de recursos ha golpeado directamente al brazo armado de Hamas, conocido como las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam. Según declaraciones del exoficial de inteligencia israelí Oded Ailam, actualmente miembro de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el grupo ya no puede mantener una estructura de pagos regular para sus combatientes. No obstante, continúa reclutando a adolescentes y jóvenes, a quienes utiliza para tareas de vigilancia, mensajería o colocación de explosivos en rutas utilizadas por las fuerzas israelíes.

Mientras tanto, la población civil en Gaza también sufre las consecuencias. Los recortes a empleados públicos, como policías y funcionarios ministeriales, han provocado un aumento del desempleo y la precariedad. El gobierno local, controlado por Hamas desde 2007, ha tenido que reducir programas sociales y asistencia básica, lo que agrava la ya severa crisis humanitaria.

Una lucha por sostener el poder y la resistencia

A pesar del colapso económico, Hamas sigue decidido a continuar la resistencia contra Israel, incluso a costa del deterioro de la vida cotidiana en Gaza. Para muchos analistas, esta estrategia evidencia la prioridad del grupo por sostener su narrativa ideológica y militar, aunque eso implique sacrificar la estabilidad interna.

Algunos observadores apuntan que la organización podría estar en una fase de reorganización táctica, buscando mantener su influencia política mientras delega tareas militares a células más pequeñas o grupos afines. Sin embargo, sin recursos, la capacidad de Hamas de ejercer control efectivo en el enclave palestino se ve seriamente comprometida.

Escenarios futuros para Gaza y Hamas

El futuro de Hamas dependerá en gran medida de si logra restablecer su financiación externa o encontrar nuevas fuentes de ingresos. También será crucial su capacidad para mantener la lealtad de sus miembros, tanto en el ala civil como en la militar, en medio de una situación económica que no muestra señales de mejora.

Para la población gazatí, el panorama es sombrío. Con servicios limitados, escasez de alimentos, electricidad y atención médica, y un gobierno debilitado, la crisis humanitaria se profundiza. Además, el riesgo de una nueva escalada militar sigue latente, lo que podría agravar aún más las condiciones en la región.

La grave crisis financiera de Hamas marca un punto de inflexión en su historia. Sin fondos, con recortes generalizados y un brazo armado cada vez más débil, el grupo enfrenta uno de sus momentos más inciertos desde su fundación. Aunque la organización mantiene su discurso combativo, su capacidad de acción —tanto militar como administrativa— está seriamente deteriorada. Mientras tanto, la población civil en Gaza paga el precio de una guerra prolongada y una gestión colapsada, con pocas esperanzas de alivio a corto plazo.