El retorno explícito de una política del siglo XIX
La Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos ha encendido el debate internacional al restaurar la Doctrina Monroe como eje central para la política de Washington en el hemisferio occidental. El documento oficial, difundido por la Casa Blanca, afirma que esta visión del siglo XIX será aplicada nuevamente en pleno siglo XXI como marco rector para proteger los intereses estadunidenses en la región.

La estrategia sostiene que, tras años de “negligencia”, el gobierno estadunidense reafirmará y aplicará la doctrina de 1823 con el propósito de restaurar la “preeminencia americana” en el hemisferio, una declaración que marca un giro frontal en la postura de política exterior. El texto también presenta lo que denomina el “Corolario Trump”, una actualización del principio monroísta que busca consolidar el liderazgo de Estados Unidos frente a amenazas externas y actores no hemisféricos.
Este retorno formal de la doctrina —una de las más influyentes y controvertidas en la historia diplomática del continente— ha reabierto discusiones sobre soberanía, independencia regional, seguridad y el papel que Estados Unidos quiere ejercer sobre América Latina.
Una estrategia para limitar influencias externas
Uno de los puntos más contundentes del documento es su declaración de que Washington “negará a competidores no hemisféricos” la capacidad de instalar fuerzas, capacidades militares o controlar bienes estratégicos en la región. Aunque no menciona países de manera directa, expertos interpretan este enunciado como una referencia clara a la presencia de China y Rusia en América Latina.
Esta orientación busca frenar inversiones, alianzas o despliegues extranjeros que Estados Unidos considere una amenaza a su seguridad o intereses. La estrategia presenta este enfoque como un acto de “sentido común potente”, en línea con lo que considera prioridades históricas del país.
Migración, narcotráfico y despliegue militar focalizado
La sección dedicada específicamente al hemisferio occidental señala que el gobierno continuará presionando para que los países socios contengan la migración, generen “estabilidad tolerable” en sus territorios y colaboren en estrategias de seguridad compartida.
La estrategia propone un “reajuste” del despliegue militar estadunidense en la región, enfocado en amenazas que van desde flujos migratorios hasta el combate a cárteles del narcotráfico. Menciona incluso el uso de fuerza letal, cuando sea necesario, como herramienta para enfrentar organizaciones criminales transnacionales.
Esta parte del documento ha generado preocupación entre analistas, quienes advierten posibles tensiones diplomáticas si la estrategia se implementa sin amplios acuerdos regionales.
Soberanía, negocios y control estratégico
Otro aspecto clave de la estrategia es la intención de promover el retiro de lo que denomina “influencia externa” en el hemisferio y priorizar los intereses empresariales estadunidenses en los países del continente. El texto afirma que la presencia comercial y económica de Estados Unidos debe ser protegida como parte de su seguridad nacional.
Esto sugiere que la política comercial, la inversión extranjera directa y la participación de empresas tecnológicas, energéticas o de infraestructura en América Latina podrían estar bajo un marco más estricto de supervisión geopolítica.
Trump reafirma la doctrina con un tono triunfalista
En la introducción del documento, el presidente Donald Trump asegura que durante sus primeros meses al frente del gobierno ha evitado “la catástrofe” y que esta estrategia garantizará que Estados Unidos siga siendo “la nación más poderosa y exitosa de la historia humana”.
El mandatario también celebró la doctrina en una proclamación reciente, donde afirmó que el “Corolario Trump” devuelve el control del destino hemisférico al pueblo estadunidense y no a “instituciones globalistas”. Destacó además supuestos logros de su administración bajo este enfoque, como la recuperación del “acceso privilegiado” al canal de Panamá, la contención del tráfico de drogas y el freno a la “invasión” de migrantes en la frontera sur.

Implicaciones para América Latina
El retorno explícito de la Doctrina Monroe llega en un contexto complejo: tensiones migratorias, disputas comerciales, presencia creciente de capital chino en la región y cambios políticos en países clave. Para algunos gobiernos latinoamericanos, esta reafirmación puede percibirse como un intento de recentralizar el liderazgo estadunidense en el continente, mientras otros podrían considerarlo un respaldo a sus propias políticas de seguridad.
La reaparición de este enfoque abre un debate profundo sobre el equilibrio entre cooperación, soberanía y autonomía regional, así como los desafíos que enfrentarán los países latinoamericanos en los próximos años.


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